Tuesday, May 31, 2005

LEA Y SEA... UN LIDER DE CLASE MUNDIAL

Un Líder sin Una Visión no es Más que un Simple "Jefe"( No se necesitan "Jefes" en los negocios de "Clase Mundial")
Por: Bob Schultz
¿Qué salgo yo ganando?
No más helicópteros viniendo a recoger partes que no pudimos entregar a tiempo, o, ¿qué tal: 3 años de promedio entre fallas?
El Dr. William Edwards Deming, estadístico y filósofo estadounidense dijo:
“Esta bien tener una pobre capacidad gerencial, sólo si eres la única opción."
Tomás Alba Edison, inventor mexicano, dijo:
"Locura es hacer las mismas cosas de la misma manera y esperar resultados diferentes"
Hechos:
· Hoy día, un tercio de los billones invertidos en mantenimiento ¡son desperdiciados!
· La edad promedio de la gente de mantenimiento es entre 45 y 55 años, la mayoría de "maestros" y técnicos están en proceso de retirarse.
· Más valdrá que comencemos a desarrollar nuestra gente ahora que los programas de aprendices (tan exitosos en todo México por los años 50-60s y que empresas como Ford Motor Co. seguían desarrollando en los 70's (nota del traductor), parece que han sido abandonados.
· Un Mantenimiento de Clase Mundial puede aumentar la productividad de un ¡100 a un 200%! y la moral de los trabajadores se ve incrementada, normalmente los programas de sugerencias aumentan en 200%.
· Las ideas generadas por un grupo bien motivado superan con mucho a las de un "jefe".
Cuando no hay una visión de a dónde queremos llegar, da lo mismo cualquier camino que elijamos, cualquiera nos llevará a ¡...ningún lado! Debemos ver de antemano nuestro "viaje", el destino del mismo, en nuestra visión interna (como una fuente de luz), de otra forma, conformémonos con el tropiezo constante en medio de la oscuridad.
¿Por qué algunas empresas tienen enormes tiempos perdidos por descomposturas de equipo y otras no? Leí en una revista de mantenimiento acerca de una empresa en Florida que tiene más del 99% de tiempo activo ("uptime" le decimos en mi pueblo).
¿En cuál compañía piensa usted que los empleados están más contentos?
¿En cuál existe menos stress?
¿Es acaso la empresa que tiene el 99% de tiempo activo o aquélla en la que el equipo está fallando constantemente?
¿En cuál preferiría usted trabajar?
¿Cuál piensa usted que sea la diferencia? Las investigaciones realizadas en el curso de varios años indican que:
1. No es el tamaño de la compañía
2. No es tampoco el producto
3. No lo es la proporción de gente de mantenimiento respecto a la labor directa
4. Ni siquiera es la tecnología más avanzada.
El denominador común es Un Gran Liderazgo con Una Visión. Es un asunto meramente Humano. El verdadero liderazgo no se otorga, surge espontáneamente. Las empresas de Clase Mundial están demandando Líderes de Clase Mundial ¡que tengan una Visión! Estos líderes deben estar apasionadamente comprometidos o no obtendrán el apoyo de los demás.
Para ser un líder, no necesitamos ser "el jefe", de hecho no siempre serán la misma persona. El mundo está hambriento de gente que sepa a dónde se dirige. Un líder es una persona que sabe su destino. Tiene un mapa del camino a seguir y un plan para llegar a ese destino. Un líder está consciente de que no todos los semáforos tienen que estar en verde para poder iniciar su viaje.
Al líder de Clase Mundial no le da miedo avanzar mediante dejar el mando en manos de su gente. Después de todo, ¿quién conoce mejor el trabajo si no la gente que lo está haciendo?
Es más, el líder está listo para pelear contra los obstáculos burocráticos que tratarán de frenar y derrotar las ideas revolucionarias.
A medida que la visión va avanzando, tenemos que enfocarnos en los resultados. Seleccionemos una máquina en particular para comenzar el cambio, pongamos toda nuestra capacidad en ello. No tratemos de reinventar la rueda, pero tratemos de aprovechar cualquier idea que podamos tomar de la gente del grupo y aún de algún otro plan, persona, programa o proyecto exitoso dentro o fuera de la compañía.
Mantengamos un registro de nuestros éxitos. Mostrémoslos abiertamente para que los demás se enteren de las condiciones de antes y después de cada esfuerzo. Enfoquemos nuestra atención en la Visión. Recuerde: no podemos enfocarnos realmente en más de una tarea a la vez.
Las características de la energía del líder son:
1. Tiene una visión ilimitada y está comprometido con la excelencia
2. No se desvía de la persecución de la visión - es su meta.
3. Su pasión no tiene límites.
4. Tiene una atención fija en los resultados.
5. El trabajo en equipo es la prioridad - consigue seguidores voluntarios.
6. Exige una intensidad concentrada y un sentido definido de destino u objetivo.
7. Está convencido de que: Si esperamos a que nuestros temores se disipen para iniciar algo, nunca lo iniciaremos.
Todo el mundo quiere a:
1. La gente que construye empresas de Clase Mundial.
2. La gente que hace que los cambios sucedan.
3. La gente que apoya a quienes hacen los cambios.
4. La gente que sabe aguantar el dolor que viene en el cambio.
5. Los líderes fuertes que se levantan y se mantienen firmes en los momentos difíciles que vienen con el cambio.
6. La determinación demostrada por esa gente al enfrentar los cambios.
Sé por experiencia que una empresa no puede llegar a clase mundial sin esa fuerza de liderazgo y buena gente. Estos elementos trabajan juntos para crear esa cultura del cambio que debe suceder antes que nos podamos convertir en un departamento o empresa de clase mundial.
Sé que esa nueva cultura no surge hasta que alguien tiene suficiente energía interna para luchar por ella y abrazar la visión.
El cambio no es fácil ni rápido. Es como un gran barco en el océano que requiere un largo tiempo para cambiar de dirección. Y es que el timón es tan pequeño comparado con el tamaño del barco, pero todos sabemos que ese pequeño timón es capaz de hacer al barco dar vuelta. Como líderes de cambio, debemos mantener nuestro programa funcionando, hacer lo que tengamos qué hacer. Ver claramente de antemano a dónde vamos a llegar.
Así es que todo está en la visión, el liderazgo y la acción. Al final está la victoria. La victoria viene de ese gran esfuerzo continuado. Llega a nosotros antes que alcancemos el destino. Ya habremos podido ver el resultado antes de tener la evidencia física.
"Nuestra visión es que al departamento de mantenimiento de hoy será el ¡departamento de aseguramiento de capacidad mañana!" Terry Wireman
Ahora, ¡VAMOS POR ELLO!
¡CAPTUREMOS LA VISIÓN!
¡EMPRENDAMOS LA VISIÓN!
¡AMEMOS LA VISIÓN!

“Donde no hay visión, la gente perece"
Proverbios 29:18

RIASE EN SERIO, CON CHISTES INTELIGENTES

Subject: PIZZA EN EL 2008.., Sent: Viernes, 24 de Septiembre de 2004 11:09:57 p.m.
Lo que sigue es una descripción de lo que puede llegar
> > a ser el encargar una pizza en los EEUU en el año
> > 2008. El corresponsal desde USA agrega que este
> > diálogo imaginario sería muy gracioso... de no ser que
> > de seguir así las cosas se volverá absolutamente real.
> > >
> > >
> > >
> > > OPERADOR: Gracias por llamar a Pizza Hut.
> > ¿Puedo tener su Número de Identificación Nacional?
> > >
> > > CLIENTE: Este... es que yo solo quiero
> > encargar una pizza...
> > >
> > > OPERADOR: Pero para eso yo debo tener su
> > Número de Identificación Nacional.
> > >
> > > CLIENTE: Bueno... mi número es... espere...
> > 610 2049998 - 45 - 54610.
> > >
> > > OPERADOR. Gracias, Mr. Sheehnan. Veo que
> > Ud. vive en 1742 Meadowland Drive, su teléfono
> > particular es el 494 2366, su oficina está en Lincoln
> > Insurance con teléfono 745 2302, y su celular es el
> > 266 2566. Y Ud está llamando, veo, desde su casa.
> > >
> > > CLIENTE: Es realmente cierto... pero ¿de
> > donde saca toda esa información?
> > >
> > > OPERADOR. Es que estamos conectados a la
> > HSS.
> > >
> > > CLIENTE: ¿Y eso que es?
> > >
> > > OPERADOR. El Sistema Nacional de Seguridad.
> > Esa conexión agrega tan solo 15 segundos al tiempo de
> > cada pedido. Bueno, ¿que pizza quiere?
> > >
> > > CLIENTE: Quisiera dos de sus "All meat
> > special pizza".
> > >
> > > OPERADOR: No creo que sea una buena idea,
> > señor...
> > >
> > > CLIENTE: ¿Como? ¿Que dice?
> > >
> > > OPERADOR: Señor, sus informes médicos y
> > otros sensores nos indican que Ud. es hipertenso, y lo
> > que es mas, su colesterol y triglicéridos ya duplican
> > los valores aceptables. El Seguro Nacional de Salud no
> > nos autoriza a venderle algo que constituye para Ud.
> > una elección muy peligrosa.
> > >
> > > CLIENTE: Pero... ¿y que me recomienda?
> > >
> > > OPERADOR: Lo ideal para Ud. sería nuestra
> > "Low fat " pizza de soya. Le aseguro que le encantará.
> > >
> > > CLIENTE: ¿Y de donde se imagina que eso
> > puede llegar a gustarme?
> > >
> > > OPERADOR: Es que vemos en pantalla que la
> > semana pasada Ud. consultó en una biblioteca pública
> > el libro: "Raíces de soya para el gourmet". Por eso le
> > sugerí la pizza de soya.
> > >
> > > CLIENTE: Bueno, en fin... Mándeme dos, de
> > tamaño familiar.
> > >
> > > OPERADOR: Perfecto. Eso será suficiente
> > para Ud., para su esposa y sus dos hijos. Y las sobras
> > servirán para alimentar a sus dos perros. El total es
> > > US$ 49.99.
> > >
> > > CLIENTE: Bien, tome el número de mi tarjeta
> > de crédito...
> > >
> > > OPERADOR: Lo siento, señor. Deberá pagar en
> > efectivo. Vemos que su crédito en la tarjeta VISA está
> > totalmente excedido.
> > >
> > > CLIENTE: No se preocupe, hasta que lleguen
> > iré al cajero para sacar el efectivo.
> > >
> > > OPERADOR: No creo que sea posible, señor.
> > No podrá sacarlo pues también ya excedió el límite del
> > efectivo disponible.
> > >
> > > CLIENTE: Venga igual. Tengo conmigo el
> > efectivo necesario en casa. Y tenemos hambre, ¿cuanto
> > demorarán?
> > >
> > > OPERADOR: Estamos un tanto demorados, unos
> > 55 minutos aproximadamente. Veo que está cerca, si Ud.
> > quiere puede retirarlas personalmente, aunque ignoro
> > si tiene ganas de cargar pizzas en una moto.
> > >
> > > CLIENTE: ¿Y como sabe que no iré en auto?
> > >
> > > OPERADOR: Me aparece que, dado que Ud. se
> > demoró en el pago de las cuotas, su automóvil fue
> > incautado por el vendedor hace dos meses. En cambio su
> > moto Harley ya está paga y Ud. llenó el tanque ayer
> > por la tarde.
> > >
> > > CLIENTE: Pero, por que no se van a la
> > #&%#º/()=@@!!!!
> > >
> > > OPERADOR: Yo le aconsejo, señor, que modere
> > su lenguaje. Veo que fue denunciado por un policía de
> > tránsito hace 14 meses por insultarlo y... ah, sí...
> > veo que un juez lo condenó a pasar tres meses en
> > prisión por igual delito... Y salió hace dos
> > semanas... ¿Son estas las primeras pizzas que encarga
> > desde que salió en libertad?
> > >
> > > CLIENTE: .... (sin habla).
> > >
> > > OPERADOR: ¿Algo mas, señor?
> > >
> > > CLIENTE: Sí. tengo el cupón de un aviso de
> > Uds. por una Coca Cola de 2 litros sin cargo.
> > >
> > > OPERADOR: Lo siento, pero nuestro aviso, en
> > la letra pequeña, incluía una cláusula que indicaba
> > que estamos inhibidos de ofrecerle gaseosas a
> > diabéticos, tal como la Constitución recién sancionada
> > lo indica. Y ud aparece en un reciente chequeo con un
> > principio de diabetes. Muchas gracias por llamar a
> > Pizza Hut y esperamos volver a estar a su servicio.
> > >

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El Coaching
¿Qué es el Coaching?El Coaching o proceso de entrenamiento personalizado y confidencial cubre el vacío existente entre lo que eres ahora y lo que deseas ser. El Coaching para aprender a vivir mejor te señala las situaciones y aspectos que no puedes ver y te da ideas para mejorar tu manera de desenvolverte, mientras que al mismo tiempo despierta en ti la motivación para evolucionar y ser lo mejor posible. El Coaching es una técnica de desarrollo o crecimiento personal que por medio de sencillos ejercicios hace que entre otras cosas te enfrentes a tus miedos, sentimientos de dolor, depresión, soledad, pesadez, resentimientos, frustraciones y aprendas a tener confianza en ti mismo y en los demás. Te ayuda a disfrutar de la alegría, vitalidad, curiosidad, determinación, motivación y pasión por vivir.
¿Quién es un Coach?Un entrenador especializado que te aconseja, guía y estimula para que vayas más allá de las limitaciones que te impones a ti mismo y realices tu pleno potencial. Te ayuda a aprovechar al máximo tu grandeza y te capacita para compartirla con el mundo. ¿Puedes imaginar como sería tu vida de productiva y relevante si tuvieras tu propio Coach?
¿Cómo funciona el Coaching en la práctica?El proceso se reduce a lo básico: la energía. Einstein demostró que la materia es energía. Podemos hacer cosas que nos consumen la energía o cosas que nos la aportan. El Coaching te enseñará a eliminar los elementos que consumen tu energía y a conseguir los que te la proporcionan. Cuanta más energía tengas, más potente y fuerte serás. Las personas llenas de energía y vitalidad, que hacen lo que aman, se realizan plenamente y tienen éxito en lo que emprenden.Tenemos dos maneras de conseguir lo que queremos:1° Ir hacia nuestro objetivo.2° Atraerlo hacia nosotros de forma natural.La primera manera es la que habitualmente realizamos sin conseguir nuestro objetivo. Incluso llegamos a obsesionarnos y acabamos mas lejos que antes de empezar. La segunda manera es la que utilizan las personas de éxito, y lo que generalmente se denomina como azar, suerte y esto seria correcto si fuera aleatorio pero la vida no la determinan los acontecimientos que nos suceden (por ejemplo una perdida de un ser querido, una enfermedad, una deuda, una separación, un enfrentamiento, etc.) sino que la vida la determina nuestra manera de responder a estos acontecimientos. Y es aquí donde el Coaching te ayuda a coger las riendas de tu vida y tener éxito.
¿En que nos puede ayudar el Coaching?Eres el dueño y creador de tu propio destino. Puede que ya tengas una idea clara de lo que quieres en la vida, o puede que estés en medio de la confusión. No importa en qué punto comiences. De hecho, es probable que sea mejor si no tienes ninguna idea, porque no limitarás innecesariamente tus opciones. Puede que te preguntes si llevar a cabo este proceso es apropiado para ti. Prueba y verás. Si quieres que tu actuación sea absolutamente la mejor posible, querrás aprovechar las ventajas que te ofrece.Este programa de entrenamiento te enseña a ser una persona plenamente realizada y dichosa, a sacar a la luz lo mejor de ti. Cuando eres feliz, estás relajado, te lo pasas bien y haces lo que te gusta, atraes el éxito de un modo natural. Las personas no pueden evitar que las atraigas, y las oportunidades están en tus manos.
Origen del Coaching.Coaching viene de la palabra francesa, Coach, que significa carruaje, "vehículo para transportar personas de un sitio a otro". Hoy en día Coach es la persona que guía y te lleva de un lugar a otro. En los entrenamientos deportivos es práctica usual tener a un entrenador para conseguir los mejores resultados personales y equipos de alto rendimiento. En países como Estados Unidos y Francia es una herramienta habitual tanto de forma personal como para empresas desde hace más de diez años. En España es ahora cuando por distintos medios de difusión se esta empezando a conocer lo que es el Coaching.El Coaching utiliza las más modernas técnicas de comunicación. Trabaja todas las áreas básicas de la vida, como es la profesión, economía personal, vida familiar, pareja, salud, espíritu y relaciones personales.El Coaching está dirigido a toda persona que quiera mejorar en cualquier área de su vida o incluso en todas y que quiera cambiar. En definitiva, con el Coaching conoces las últimas estrategias para alcanzar el éxito y atraer todo lo que siempre deseaste.
Anna PovesCoach, Entrenadora para el Éxitohttp://www.cpcoaching.org
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RECORDANDO NUESTROS VALORES

1 Alegría


¡ Qué mayor alegría que estar vivo cada mañana al salir el sol! ¡Qué milagro es poder ver la luz del día, oír el canto de los pájaros, oler el aroma de las plantas, saborear el no sabor del agua que bebemos, sentir nuestra piel cuando el aire la acaricia! ¡Qué gloria saber que nos quiere nuestra madre! ¡Qué satisfacción recordar lo que hemos vivido hasta hoy!

Podríamos continuar enumerando los mil y un motivos de alegría que nos da la vida si sabemos pensar en forma optimista y comprobamos que los momentos malos, los disgustos, las tristezas son siempre mucho menores que los ratos agradables.

Ser alegres porque la vida está llena de satisfacciones si sabemos ajustarnos a la realidad, si no ambicionamos lo superfluo, si no entramos en la competición que significa aceptar el consumismo, si no gastamos más de lo que ganamos; si sentimos amor por quienes nos rodean; satisfacción por nuestro trabajo; aceptación de lo que se nos impone en razón de la vida.

Ser alegres porque estamos vivos, porque tenemos nuestros órganos completos y hasta porque hemos aprendido a manejar nuestras discapacidades orgánicas.

Ser alegres porque amamos aunque no nos amen, porque somos generosos con quienes tienen menos y no somos envidiosos de los que poseen más.

Ser alegres porque sabemos leer y escribir, ser alegres porque estamos aprendiendo algún conocimiento, porque entendemos los problemas y porque luchamos por comprenderlos, porque encontramos la solución y porque admitimos no lograrla sin sentirnos derrotados.

Ser alegres porque sabemos gozar la gloria del triunfo sin estridencias ni vanagloria; porque sabemos ser vencidos sin perder la honra.

La alegría conserva la única juventud que existe: la del cerebro y el corazón. Si hay virtudes como la fe, la esperanza y la caridad, nunca debemos olvidar que la caridad es la más grande porque produce alegría.













2 Amistad

Algún filósofo griego afirmaba que tener un amigo es tener alguien por quien morir. Creían y con razón que el estado más elevado del amor era la amistad, porque estaba desprovista del interés en la carne como en el amor.

Ser amigo significa compartir penas y alegrías, guardar secretos, dar consejos sabios y oportunos, apoyo en lo económico cuando la adversidad –y no el desorden en los gastos - agobia al otro, visitarlo en sus enfermedades, acompañarle en su dolor. Dicen los árabes que amigo es quien llora junto a uno, no el que ríe a nuestro lado.

Conlleva la amistad un sentido profundo de lealtad, lo que comporta no devengar ningún beneficio de ella ni atentar, así sea mínimamente, el honor. Recordemos aquella obra de Benavente, “La honra de los hombres”, en la cual un amigo ayuda económicamente a otro, de cuya mujer se enamora y desea conquistar, pero lo detiene la honra de los hombres que le impide aprovecharse de la gratitud de la señora para seducirla.

La amistad entre personas de distinto sexo es posible y puede desarrollarse durante toda la vida sin devenir en amor, como muchos creen, aunque sea bien cierto que muchos amores comienzan por una relación amistosa en la cual se van descubriendo cualidades que enamoran.

Es en la vida escolar, desde la primaria hasta la universidad, donde solemos iniciar y establecer amistades perdurables en gracia de afinidades comunes y suele ser las más claras y leales.

Un amigo de escuela, si las circunstancias de la vida no nos alejan de su relación más o menos frecuente, resulta ser más seguro que los que van hallándose en las actividades profesionales o comerciales, sin que decir esto signifique que en tales relaciones no puedan crearse vínculos de sincera amistad.

La empatía, nuestra capacidad de comprender las actitudes, carácter y la realidad de los demás, es la base de la facultad de hacer amigos. Preocuparnos sinceramente por las otras personas, no permitirnos juzgar y tanto más criticar a los demás, nos hará muchos amigos.













3 Amor

No es fácil escribir sobre el amor. Son tantas las facetas que presenta este sentimiento humano, en cuanto el humán, por el hecho de ser un animal racional incorpora en él el instinto y la inteligencia. Lo que permite una gama de sensaciones, de emociones y de decisiones que involucran a todas las funciones cerebrales y corporales.

Se ha dicho y escrito tanto sobre el amor a través de la historia de la Humanidad, desde el Génesis que recoge una tradición oral que parte, probablemente, de las prácticas amorosas de los seres humanos primigenios - lo que nos hace presumir que este sentimiento es inherente al proceso de hominización, - que poco puede añadirse.

Por otra parte, el hecho de que las expresiones del amor sean polifacéticas conlleva la dificultad de que podamos referirnos, bien a un solo aspecto, ya a varios en conjunto y, en buena lógica, no podemos constituir paradigmas de comportamiento amoroso o estereotipar una conducta para señalarla como óptima y deseable.

Así siendo, como es, la fuerza más poderosa que mueve al ser humano, desde la libido que Freud consideró el motor de toda la actividad psíquica, hasta el concepto paulino de que la caridad, que es el fuego encendido del amor al prójimo y la más encarecida de las virtudes teologales, el amor, conduce a la salvación, hemos de tener extremo cuidado en señalar límites infranqueables.

La soledad es, quizá, la más triste condición humana y según Bertrand Russel, el filósofo inglés, es el amor su mejor y probablemente única curación.

Consideran algunos teólogos que el placer sexual es un derecho humano, en cuanto conduce a un éxtasis que entraña el religamiento con la divinidad. Discutido este concepto por los moralistas, es bien cierto que la unión de dos seres constituye la máxima expresión del punto culminante de la evolución hasta la racionalización.

Ahí, precisamente, reside el compromiso humano. Que siendo la razón característica exclusiva de él, ha de responsabilizarse y obligarse al contrato que representa esa unión.

Los demás animales, aun los de costumbres monogámicas, se aparean y se juntan por mero instinto, obedeciendo una orden genética impresa en sus cromosomas. Los seres racionales no pueden mantener su comportamiento amoroso en ese nivel, por cuanto la razón impone un obedecimiento a procesos que se han iniciado desde los primeros tiempos de la Humanidad y han dejado en su cerebro una facultad de funciones cognoscitivas, volitivas y psicomotoras, que conllevan lo que llamamos el sentido humano de la vida.

Debemos considerar, pues, el amor como un sentimiento gobernable por la razón y regido por actos de la voluntad.

Amar y ser amado, entregar y recibir, comprender y perdonar, entender y aceptar, son apenas parte de ese conjunto de sentimientos, sensaciones, emociones y decisiones que llamamos amor y que, entre todas las facultades humanas, debe ser el objeto de la más exigente ética de la responsabilidad.



4 Autocrítica


Se dice, y con bastante fundamento, que no hay hijo feo. Se trae a colación el cuento de la zorra que dejó a sus cachorros al cuidado del tigre, diciéndole: “Mire, señor tigre, voy a salir y le dejo a mis hijos a su cuidado. Son lindos, graciosos y muy obedientes, así que no tendrá usted problema”. Al regresar, el tigre se había comido a los zorritos y ella le reclamó: “¿Cómo puede ser que usted devoró a mis hijos? El tigre le respondió: “Señora zorra, usted me habló de unos animalitos bellos, educados y simpáticos, pero yo los que vi en su cueva eran feos, traviesos y díscolos, por lo que pensé se trataba de otros y me los comí.”

Lo que pasó a la zorra suele ocurrirnos frecuentemente. Consideramos lo nuestro perfecto, impecable. Por el solo hecho de que lo hemos producido creemos que no puede ser mejor y dejamos muchas veces nuestras obras inacabadas y mal hechas por estimarlas en más de lo que realmente valen.

Esa creencia errada en que lo que hacemos, no importa de qué manera, es siempre lo mejor, nos impide perfeccionar nuestro trabajo y progresar en nuestros conocimientos.

Debemos, por lo tanto, aprender a recapacitar acerca de la calidad que hemos logrado en nuestra producción, revisar una y otra vez lo que escribimos, hacer un análisis sincero de nuestras actuaciones, rectificar lo que hallamos deficiente en nuestro comportamiento.

Debemos mirar hacia adentro de nosotros mismos y observar con detenimiento nuestra faltas para así poder mejorarnos. Recordemos las palabras de Robert Browning: “Cuando la lucha de un hombre comienza dentro de sí, ese hombre vale algo”.

Aprendamos a exigirnos siempre más de lo que pedimos a los otros, a insistir en nuestro cerebro con las ideas de progreso y de mejoramiento propio y a ver en las demás virtudes que no tenemos y debemos alcanzar.

Hagamos, todos los días, lecturas que nos perfeccionen, que nos sirvan de guía hacia el dominio de nuestras debilidades. Unos minutos de lectura perfectiva y de meditación, serán nuestra meta para no desviarnos de los objetivos que nos hayamos propuesto.


Fijémonos un derrotero y establezcamos etapas para hacer el camino, porque recorrerlo sin planeación conduce a improvisar y toda improvisación carece de autocrítica lo que representa que es deficiente y sólo la vanidad y la soberbia son sus apoyos.

Saber analizar nuestra obra con severa exigencia y no hacerla pública antes de asegurarnos de su calidad, es la única receta para adquirir un prestigio sólido en cualquier actividad que desarrollemos. La mejor crítica es la que nos hacemos nosotros mismos y es posible que nos evita la pena de recibirla de los demás.
5 Autoestima

Desde hace más de dos mil años se promulgó que debemos amar al prójimo como a nosotros mismos, lo que significa que, antes que a ninguno, debemos tener amor por nuestro propio ser.

Antonio Machado, en algùn escrito suyo, insiste en que no es posible amar al prójimo si no nos amamos.


Vale decir que la estimación que hemos de tener por todo lo nuestro: cuerpo y psiquis, es la base donde tiene que asentarse toda nuestra capacidad de amar a los demás.

Amarnos comporta el cuidado de nuestra salud, con todo lo que ello exige: limpieza del cuerpo, vigilancia de nuestra alimentación, ejercicio adecuado, vivienda en un entorno saludable, etc.

Amarnos, en cuanto a nuestra psiquis, conlleva: mejorar nuestros conocimientos, rodearnos de personas gratas, leer buenas obras, escuchar música culta o popular de calidad, visitar museos, etc. Porque el espíritu debe alimentarse y ejercitarse como el cuerpo.

De ello, reportaremos un perfeccionamiento físico y psíquico que nos dará seguridad en nosotros mismos y nos convertirá en personas asertivas, convencidas de su propio valer y conocedoras de su dignidad personal.

La autoestima se manifiesta en nuestras vestiduras, nuestros andares, en nuestro tono de voz, en nuestras manifestaciones de alegría y de tristeza, de tal manera que el comportamiento social urbano es señal de que sabemos nuestro propio valor.

El uso de prendas extravagantes, de una voz estridente, de ademanes exagerados, denota una inseguridad que denuncia nuestra falta de autoestima.

Debemos, pues, con el mejoramiento de nuestra presencia y de nuestro comportamiento, ir aumentando la autoestima que nos abrirá las puertas de un reconocimiento social que todos merecemos cuando nos amamos y nos exigimos interiormente ser óptimos.















6 Carácter

Ante todo distingamos entre temperamento, que es la consecuencia de nuestro tipo psicosomático y por lo tanto natural en cuanto a la forma de reaccionar físicamente en un momento dado y que nos hace tranquilos o violentos, activos y apáticos, impresionables o serenos, y el carácter, que es la cualidad de no dejarse vencer por las dificultades y que nos distingue como capaces de mantener una línea de conducta propia y definida.

Tener carácter es un signo de firmeza que nos faculta para dirigir a los demás y que nos da un instrumento eficaz para afrontar las dificultades que el ejercicio de las obligaciones que están a nuestro cargo nos presenta.

El carácter se forma con bastante esfuerzo porque, en muchas ocasiones, representa vencer el temperamento que es, como ya dijimos, innato. Ser de un temperamento áspero y llegar a tener un carácter abierto y simpático es una tarea de educación en la cual nosotros mismos y nuestros maestros hemos de trabajar.

Por otra parte, una vez hallado el punto de equilibrio entre nuestro temperamento y el carácter que hemos adquirido, es un esfuerzo continuado para vencer esa fuerza completamente opuesta que tiende a imponerse.

El carácter es un conjunto de hábitos que hemos logrado merced a un ejercicio constante de la voluntad.

Formar un carácter requiere tener un proyecto de vida que debemos desarrollar ordenadamente siguiendo un derrotero bien establecido y gobernado por acciones deliberadas que debemos ejercitar con energía y exigiéndonos sin contemplaciones su cumplimiento. La más pequeña concesión, la excusa más razonable, significan serio trastorno en la formación del carácter. Así que, si queremos ser líderes, hemos de ser exigentes de nosotros mismos y no ceder ante los requerimientos internos que nos hace nuestro temperamento.

No confundamos nunca el carácter con la soberbia, el orgullo y la vanagloria. Todo lo contrario: un carácter firme es sereno, sencillo, respetuoso de los demás, comprensivo de las debilidades humanas, dispuesto a dirigir con entereza sin herir al prójimo.

Hay que pensar siempre que el temperamento es el caballo del carácter y cuanto más brioso sea tanto más obliga a ser buen jinete.










7 Coraje


Si reconocemos a la valentía como la facultad de vencer el temor que nos pueden producir las amenazas del entorno físico o psicológico, tendremos que admitir el coraje como la capacidad para vencer el miedo que una situación determinada ocasiona.

El ser humano está inmerso en un piélago de luchas que nos obligan a reaccionar a cada instante con la prontitud debida, so pena de vernos envueltos en el torbellino que nos arrastraría al fondo de lo insalvable.

Esa batalla continuada tenemos que pelearla con cualidades que nos suministran las armas necesarias para ello y si estamos formados para la lucha debemos saber manejarlas.

Pero las cualidades no son suficientes si carecemos del coraje para utilizarlas, del ánimo esforzado que nos sustenta en los avatares, confortándonos en las derrotas y manteniéndonos serenos en los triunfos.

Churchill, el gran político inglés, dijo: “El coraje es la primera de las cualidades humanas, porque es la que garantiza todas las demás”.

Tener miedo ante una situación amenazante es propio del ser humano y ninguno que sea sincero consigo mismo puede declarar que jamás lo ha sentido.

Manolete, el más sereno de los toreros, alguna vez declaro: “¿Qué si tengo miedo al torear? Pues, claro, a mi me pagan para vencerlo”.

Ese vencer el miedo es justamente el coraje. Hay que aprender a tener miedo: esto es, a medir la amenaza para poder asumir la necesidad de vencerla, que es el coraje.

Como toda cualidad humana el coraje es educable y todos debemos aprender a tenerlo mediante el ejercicio de la voluntad, que debemos hacer venciendo pequeños temores lo que nos dará la pauta a seguir para circunstancias más atemorizantes, para situaciones más apremiantes.

Una vez hayamos aprendido a tener y a usar el coraje todas nuestras posibilidades de aplicar las cualidades que tengamos se potenciarán y nos permitirán vencer en situaciones que antes nos hubieran apabullado.












8 Cumplimiento

Se cuenta que siendo presidente de la República Argentina el insigne Bartolomé Mitre, al darle cierta orden al coronel que era su edecán y pedirle que la cumpliera, el militar le respondió: “Le doy mi palabra de honor, Señor Presidente”. De inmediato, el Sr. Mitre llamó a su guardia personal y les dijo: “Lleven al coronel al cuartel, porque va a ser degradado”. Al preguntarle éste: Con todo respeto, Señor Presidente, ¿por qué voy a ser degradado? Le contestó el Presidente: “Por la sencilla razón de que usted me ha dado su palabra de honor y ningún militar argentino puede tener otra; bastaba con decir: mi palabra”.

Esta anécdocta, sea o no cierta, quiere indicar que la ejecución de las tareas que están bajo nuestra responsabilidad no tiene más opción que su cumplimiento exacto por convicción propia del autor y no porque nos sintamos compelidos por razones externas.

El cumplimiento de nuestro deber cotidiano en todos los aspectos es lo que nos confiere respetabilidad ante nuestros semejantes y lo que representa el grado de credibilidad que merecemos. Nada hay más denigrativo que perder el buen concepto de los demás debido a nuestro incumplimiento.

Dice el poeta español José Ma. Pemán, en uno de sus poemas:

“No hay virtud más eminente
que el hacer sencillamente
lo que tenemos que hacer”

Ese hacer sencillamente el cumplimiento del deber es lo que se llama cumplimiento.

Y esta palabra se aplica a tantas cosas que bien puede decir que una persona es cumplida cuando ninguno puede decir de ella que no le ha entregado a tiempo un trabajo; que lo ha entregado mal hecho; que nunca ha dejado de pagar una deuda; que jamás ha ofrecido lo que no puede cumplir; que ha sido fiel a sus principios éticos, en fin que las veinticuatro horas de cada día, minuto tras minuto, se ha comportado humanamente. Porque el incumplimiento es inhumano en cuanto produce deterioro o perjuicio al prójimo.

Para ser cumplido hay que reconocer nuestras fuerzas y debilidades, apreciarlas con sentido de autoestima y de autocrítica, para saber situarnos en el punto correcto cuando ofrecemos algo. No podemos comprometernos a hacer cosas que no sabemos hacer, a entregar en plazos que no pueden cumplirse, etc.

Saber prever las contingencias es indispensable para ser cumplidos y debemos darnos siempre espacio y tiempo suficiente para enfrentarlo y superarlas sin perjudicar el que necesitamos para cumplir.

El cumplimiento es lo único que nos dará credibilidad en el ejercicio profesional, en los negocios y en la simple vida social. No lo olvidemos.



9 Dignidad

Ser digno conlleva la autoestima y un sentido particular del decoro personal que, infortunadamente, muchos no alcanzan por carecer de una formación, desde la infancia, que lo cultive.

Ello quiere decir que la dignidad no es innata, sino que exige reunir una serie de condiciones adquiribles mediante una educación que fomente en el individuo cualidades que, a través de su escolaridad, vayan formando un ego sano.

Este concepto implica llenarlo de valores humanos practicables y desde luego, reconocidos por convicción ética y no aceptados resignadamente en razón del temor a las sanciones terrenales o divinas o de la conquista de condecoraciones mundanas o de un premio eterno.

La dignidad es una aureola que envuelve a quien la posee y lo reviste de una categoría moral que impone el respeto de sus conciudadanos y lo resguarda de los poderosos y de las tentaciones del triunfalismo.

Claro está que adquirir dignidad representa un proceso de autodisciplina, porque ese halo de que estamos hablando involucra desde las vestiduras decorosas hasta el manejo de la voz, desde la manera de caminar hasta el dominio de los ademanes al hablar.

Eso, en cuanto a la presentación personal, que en lo que hace al comportamiento ser digno exige la rectitud, la honradez, el carácter, el cumplimiento, la autoestima, la valentía, en fin, un reconocimiento y práctica de los valores humanos.

No debemos confundir la dignidad, que es una cualidad, con el orgullo, porque la altivez es un defecto grave que nos aleja de nuestros semejantes y si somos superiores de alguien nos impide obtener mejores resultados de nuestra gestión, puesto que la comprensión y el respeto a los demás son claves del éxito empresarial.

Cultivemos la dignidad en cada uno de nuestros actos, no siendo nunca inferiores a nuestra propia estima ni a la estimación que merecemos de los demás, cualesquiera sean las circunstancias.










10 Dinamismo

Heráclito considera que los seres humanos se dividen en despiertos y dormidos. Son los primeros quienes viven alertas y pendientes de la realidad y los otros aquellos que se sientan a la vera del camino y ven pasar la vida sin darse siquiera cuenta de ella. Viven sin culpa, sólo vegetan.

Quienes quieren ocupar en la vida posiciones de responsabilidad y aspiran a ser personalidades que dirijan el mundo que los rodea, han de ser personas despiertas.

Bien está que reconozcamos que en esa disposición tiene un importante papel contar con temperamento adecuado, pero debemos reconocer que un carácter encauzado hacia el dominio de las debilidades que puedan surgir de un temperamento poco enérgico, alcanza a dominar esa inercia llevándonos a la acción.

No comparto la opinión de quienes creen que se puede enseñar el liderazgo y estimo que lo que es posible es ejercitar cualidades temperamentales para formar caracteres vigorosos con miras a conseguir personalidades definidas. De hecho, diría que hay seres humanos “locomotoras”, los pocos y otros “vagones”, a los que ningún curso puede convertir en máquina de tren.

No es que no haya “locomotoras” lentas, las hay, pero es posible activarlas cuando hay un temperamento dinámico, así como hay “vagones” excelentes que cumplen su misión con loable entusiasmo, pero no son líderes.

El dinamismo, es una cualidad que puede desarrollarse mediante el ejercicio de una actividad constante mantenida en el cauce de un logro definido por objetivos bien meditados y casi siempre, con la dirección y el consejo de una buena “locomotora”.

Los que poseen un temperamento despierto señalan desde jóvenes su actitud de liderar, pero tanto éstos, como los que no son tan despiertos, deben imponerse la práctica de exigirse una actitud de vigilancia constante sobre su entorno físico y social, para que ello los incite a la participación activa en el devenir de casos y sucesos, de modo que esa misma práctica los conduzca a posiciones de gobierno y decisión. En las cuales, debe decirse, no hay que sentirse satisfechos, sino que deben convertirse en un desafío renovado para ser más enérgicos, más capaces.














11 Disciplina

Con frecuencia presumen los desordenados de ser libres e independientes. Olvidamos que esa libertad e independencia puedan existir de manera absoluta por cuanto los seres humanos nos hallamos inmersos en un contexto social que, en el mejor de los casos, hace presión suficiente como para impedirnos hacer lo que nos venga en gana.

Ningún ser humano puede llevar impunemente su libertad individual hasta más allá del límite que señala la del otro individuo. Ninguno puede tampoco alcanzar una independencia tal que no necesite, en algún momento, de otro ser.

Por paradójico que parezca, la verdadera libertad surge de la coerción que debe ejercer sobre nosotros la responsabilidad de respetar a los demás. Como la mejor independencia consiste en cumplir las leyes justas.

Hay una disciplina interior que depende solo de la voluntad, pero que obedece a la convicción del bien que nos ha iluminado el pensamiento inteligente. Es la que necesitamos para estudiar, para ser constantes en los trabajos; para seguir una dieta alimenticia, para aislarnos de amistades inconvenientes; para corregir nuestros defectos y alejarnos de los malos hábitos como fumar o beber licores.

Hay una disciplina que debe servirnos para obedecer órdenes, respetar las normas, asimilar nuevos ambientes, etc. que podríamos calificar de exigencias sociales, porque regula las relaciones intrapersonales e interpersonales dentro de las necesidades concretas para vivir en un ámbito determinado.

Ambas requieren el ejercicio de la voluntad, pero cuestan un esfuerzo diferente que depende, en el primer caso, de cuan firmemente arraigada se encuentre la costumbre que debe desraizarse y en el segundo, de la cantidad de orgullo y de soberbia del individuo.

Ser disciplinado en la vida personal conduce a un dominio de la personalidad que facilita alcanzar logros difíciles y hacernos día tras día mejores. Cuando alcanzamos el dominio de la soberbia y del orgullo y aprendemos a seguir leyes y órdenes superiores justas, logramos integrarnos a la vida social con más holgura y mayor satisfacción. Porque ser disciplinado no es, en modo alguno, ser triste o cohibido, sino al contrario ordenado en un dinamismo alegre y creador.














12 Espíritu de colaboración


Cuenta una fábula griega que el estómago una vez decidió declararse en huelga contra el resto del organismo porque a él le tocaba todo el trabajo. “Yo, decía, recibo los alimentos, los digiero, los dirijo los intestinos, todos los días, a toda hora. Mientras ¿qué hace la nariz? ¿qué hacen las manos? ¿qué hacen los pies? Pues se acabó. No recibo más alimentos”.

Al hacer efectivo su paro, comenzó el cuerpo a debilitarse y a perder su capacidad de trabajo. La nariz dejó de respirar, las manos se quedaron sin fuerza, los pies dejaron de andar. Y he aquí que el estómago comenzó a sentir las consecuencias del hambre, porque la nariz no olía los alimentos y no se producían los jugos gástricos, las manos no llevaban la comida a la boca y los pies no se acercaban a los sitios donde había alimentos. De modo que el estómago empezó a morir a consecuencia de la extenuación y resolvió suspender su pausa y recomenzar sus labores digestivas, con lo cual, al poco tiempo, todo el organismo se revitalizó y el estómago revivió gracias a la tarea realizada por aquellos órganos que él había considerado inútiles.

Suele ocurrirle a muchas personas algo parecido a lo del estómago, porque creen que solo ellos trabajan en la consecución de las metas propuestas por su asociación y que sus compañeros se benefician de su labor sin aportar nada.

Lo cierto es que todos cuantos trabajamos en una institución cualesquiera que sean los objetivos propuestos por sus dirigentes y cualquiera que sea la meta señalada constribuimos al logro de ella. Así sea muy posible que no nos demos cuenta de la importancia del esfuerzo de los demás quizá porque nos empeñamos en no verlo.

El espíritu de colaboración es una de las causas del triunfo personal y colectivo.

Si nos proponemos ayudarnos los unos a los otros, la mayor probabilidad será el éxito de la empresa.

Para ello, debemos desproveernos de orgullo y vanidad; es preciso educarnos en la humildad y en el esfuerzo sincero por el bien común; hay que aprender a sufrir las debilidades y flaquezas de nuestros prójimos, sin sentirnos más porque no los tenemos cuando, de pronto, es que no sabemos mirar hacia nosotros mismos.

Ayudar al compañero de trabajo, sin esperar más recompensa que la satisfacción íntima de dar generosamente nuestro aporte a la finalidad del proceso en que estamos involucrados es precisamente la muestra de nuestro espíritu de colaboración. Y aunque dudemos de que sea reconocido nos sorprenderá un día el prestigio personal que hemos alcanzado con nuestro callado aporte.






13 Fe
Vivimos en el siglo XXI. Hay quienes todavía siguen creyendo en la posibilidad de considerar esta virtud teologal con los parámetros establecidos por la patrística, con lo cual se enfrentan a las barreras insalvables del razonamiento actual.

Por ello la Iglesia ha tenido que asumir, en bien de su propia conservación, los adelantos que, en razón de la ciencia investigativa, se han producido en los últimos cien años y han venido a sustentar como ciertas aquellas ideas reprobadas de siglos anteriores que ya deben reconocerse por los cristianos como válidas, tales como la evolución, la selección natural, el heliocentrismo, la existencia de un universo indefinido, etc. sin temor, porque no afectan, ni pueden afectar, la existencia y la omnipotencia de un Ser Supremo.

Declaraciones pontificias como las que originaron la liberación del Index de obras como las de Charles Darwin, Pierre Teilhard de Chardin, aclarando que el cielo y el infierno no son lugares específicos, como venía afirmando el cristianismo, dejan a quienes seguían la fe del carbonero en la incertidumbre, precisamente porque la fe no puede ser el seguimiento a ciegas de doctrinas que se han expuesto sin actualización desde la Edad Media, cuando los Padres de la Iglesia, basándose en ideas aristotélicas primordialmente, sentaron como pilares de las creencias cristianas, principios propios del estado de la ciencia en la Grecia antigua.

Para el ser humano inteligente de hoy, no es menos infinitamente sabio y omnipotente un Creador de seres vivos y de un universo inanimado, pero, maravillosamente, dinámico de un solo soplo, que un Ser Supremo originador de fuerzas eviternas capaces de originar un proceso cósmico en el cual la materia organizara galaxias y en ellas sistemas planetarios en los que, por lo menos en la Tierra, se produjeran fenómenos físicoquímicos encauzados hacia la consecución de un ser “a imagen y semejanza nuestra” (Gen 1, 26,27) como culminación de un proceso multimilenario dirigido por su infinita sabiduría.

La fe, en consecuencia, es una virtud dinámica que parte de la incertidumbre y que, necesariamente, descansa en la duda. Quien no duda, no cree.

Para creer, antes que todo, es preciso obedecer el mandato de amarse a si mismo (Lev.19,18) porque quien no se ama, es incapaz de amar y la fe existe porque existe la caridad, o sea, el amor. Si algo hay que justifique la voluntad suprema de crear el Universo es la infinita capacidad de amar del Ser Supremo que no quiso estar solo.

Por lo tanto, la máxima fe, es la que tengamos en nosotros mismos, en la certeza de que nuestras facultades cerebrales son el resultado de un proceso que tuvo su origen en el amor infinito. Confiar en si mismo es, pues, el fundamento de toda fe. Porque la fe es un contrato de confianza y no puede ser la imposición de dogmas.







14 Firmeza

Se confunde con frecuencia la firmeza con la terquedad y la autoridad con el enojo que produce la desobediencia a nuestras órdenes o el error cometido al seguirlas deficientemente.

Debemos concienciar que la firmeza es una virtud, mientras que la terquedad es un defecto del carácter que conduce a la pertinacia, haciéndonos imposible gobernar con inteligencia.

La entereza de carácter conlleva, aunque no lo parezca a simple vista, una buena dosis de modestia, de aceptación de nuestras debilidades y al tiempo una clara conciencia de nuestras fortalezas. Sólo quien conoce sus puntos débiles puede afrontar con éxito la lucha diaria, cualquiera que sea la posición que ocupe en la vida.

Ser firme es tener una estabilidad emocional que nos impida claudicar, pero que no debe imposibilitar ver con claridad la posición contraria y aceptar con nobleza sus aciertos. La verdad no es un patrimonio individual y aunque se diga que la verdad es una sola, la realidad es que presenta muchas facetas y puede enfocarse desde varios puntos de vista no necesariamente equivocados.

Mantener nuestro punto de vista en una discusión; exigir que se respeten nuestros derechos; reclamar lo que es justo; delatar con pruebas; condenar con justicia; defender con razón una causa, todo ello representa una prueba de nuestra firmeza.

Ante todo, para ser firme hay que tener una formación recta del carácter y un concepto claro de la ética. Por lo tanto, hay que conocer las leyes y respetarlas, los valores humanos y apreciarlos, para lo cual las lecturas perfectivas son indispensables.

Conviene, además, contar con consejeros serios y generosos, que nos guíen en el camino de la firmeza y de la rectitud, recibir sus recomendaciones con un sincero espíritu de aceptación y voluntad de seguirlos. Quien se forma un carácter firme tiene ganadas de antemano las batallas de la vida.


















15 Generosidad


Disponer con liberalidad de los bienes y dineros a favor de quienes, mereciéndolos, las necesitan, es señal de bonhomía que nos acerca a las altas cimas de la humanidad.

No quiere ello decir despilfarrar y abandonar un criterio de orden en el manejo de la fortuna, grande o pequeña, que nos ha tocado para lograr fama de benevolencia. No es la generosidad solamente el hecho de la donación pecuniaria ostentosa ni tampoco la participación en la caridad organizada que se anuncia con bombos y platillos y se premia con medallas de instituciones benéficas.

Significa no dolerse del gesto solidario; no mirar a quien se da, no juzgar a quien recibe la donación, no ostentar públicamente nuestro óbolo.

Ser generoso es amar por igual al pobre que al rico, al enfermo que al sano, al amigo que al enemigo, con igual ánimo y sin esperar reconocimiento.

Es no sentir envidia ni celos, es perdonar las faltas de nuestros prójimos, aun aquellos que nos han causado perjuicio.

Generosidad no es darle al cojitranco unas muletas, es ayudarlo a corregir sus zancadas, sin criticarlo por sus andares. Es enseñar al que no sabe y corregir al que yerra, con amor y si es posible, con ternura.

Si algo paga el ciento por uno que ofrece el Evangelio es la generosa aceptación del error ajeno acompañada de la oportuna corrección.

No es sólo generosidad dar ayuda, es más importante el gesto con que se dé.

Generosidad sin nobleza no es generosidad, es soberbia y prepotencia, como lo son las campañas de caridad organizada con protagonismos y fanfarria.

Debemos ser generosos calladamente, de tal manera que quien recibe no se sienta avengonzado.














16 Honestidad


Con frecuencia encontramos que la palabra honestidad se considera sinónima de honradez y, si ello puede ser aceptable en el lenguaje coloquial, en cuanto a valores humanos son definitivamente diferentes los conceptos.

Ser honesto es saber cumplir concienzudamente los deberes y ser absolutamente escrupuloso en el manejo de los bienes que se hayan puesto a nuestro cargo. Es ser incapaz de engañar a quien confía en nosotros y nunca defraudarlo ni apropiarse de sus propiedades.

Para ser honestos debemos pensar siempre en que en los bienes que administramos son nuestros en cuanto al esmero que pongamos en protegerlos y acrecentarlos y ajenos en cuanto a la propiedad de ellos y por lo tanto, a su posesión.

En el fondo, no es solamente una cuestión de administración esmerada, sino un convencimiento íntimo de nuestro cumplimiento del deber. De hecho, debemos partir de la certeza de que nada tiene mayor valor que nuestro prestigio y buen nombre.

Uno de los más serios enemigos de la honestidad es la ambición desmedida de poseer lo que administramos, cuyo fundamento es la envidia y cuyo aliciente es la ostentación.

El afán de lucir, el ansia de dinero y de posición social, conducen, casi sin que nos demos cuenta, al logro clandestino (las comisiones cuando somos compradores, por ejemplo); al desfalco, que comienza siempre por pequeñas sumas que se pagan oportunamente hasta que, poco a poco, la cuantía es tal que no es posible encubrirla; el peculado que es el desfalco en el erario público que comienza siendo “técnico” deslizando sumas hacia rubros diferentes del destinado en el presupuesto y termina siempre en el peculado por apropiación.

Las tentaciones son muchas para la deshonestidad en un mundo consumista y triunfalista y la incorrección es como la droga estupefaciente: una vez se prueba, gusta tanto que es muy difícil desraizarla.

Un buen ciudadano debe ser íntegro y para ello ha de negarse a sí mismo toda aspiración ilegítima y guardarse de vivir por fuera de su presupuesto de ingresos y egresos, que toda persona organizada debe hacer, incluyendo una cierta reserva para las contingencias de la vida. No abusar del crédito, sino tomarlo comedidamente, porque el crédito es señal de honestidad reconocida por las instituciones, que debe respetarse para conservarlo. Ser honesto, paga buenos dividendos. No serlo, conduce a la cárcel.










17 Honradez

Ya hemos dicho que, aunque considerada la honradez como sinónimo de honestidad y teniendo ambos conceptos evidentes afinidades, cada uno de ellos presenta matices que los distinguen.

La honradez mira más hacia el respeto a los bienes ajenos que no están a nuestro cargo, mientras la honestidad debe considerarse como la pulcritud en el manejo de las posesiones que están a nuestro cuidado.

Más se acerca la deshonestidad a la deslealtad que la falta de honradez, mientras ésta se aproxima más al latrocinio que comete el recolector de impuestos o al robo que perpetra el asaltante de un banco.

Curiosamente, así como honestidad tiene como antónimo deshonestidad, honradez no cuenta con un antónimo propio, sino que se le aplican en contrario varios vocablos que significan acciones delictivas particulares, como : ratero, ladrón, delincuente, etc.

Lo que quiere decir que la carencia de honradez puede ser más fácil, más posible, en cuanto no afecta el yo profundo, el sentido de honor tanto como la deshonestidad. De ahí que el apropiarse de lo ajeno que se nos pone a la mano suele ser frecuente falta de personas que carecen de una formación ética, mientras que manejar con habilidad propiedades a nuestro cargo es más raramente ejecutado por personas no cultas. Esta clase de delitos suele estar en manos de individuos cuya preparación intelectual y la supuesta formación ética que ello representa, los ha llevado a posiciones de alta responsabilidad y confianza, lo que convierte a la deshonestidad en falta más grave.

La honradez es virtud que se relaciona con el honor, con la respetabilidad y es, sin lugar a dudas, el pilar de la sociedad, porque una comunidad sin honradez de desmorona por la base del edificio social las llamadas clase media y clase baja. La sociedad resiste los delitos de “cuello blanco”, debidos a la deshonestidad de quienes manejan el erario público, siempre y cuando la honradez del pueblo se mantenga.

De ahí que la honradez sea tan importante para la estabilidad de un país, porque son más las personas de bien que lo habitan que las deshonestas que lo gobiernan.

Ser honrado es el mayor bien de los pobres, así sea conservado con desesperada resignación y sintamos la injusticia de quienes, por ser deshonestos, nos parecen más felices.











18 Humildad

No hay que confundir la humildad como virtud que se opone a la vanidad y al orgullo con el apocamiento o con el servilismo.

Muchas veces este simulacro de humildad que hacen algunas personas, esa que se llama “de garabato” no es más que una forma grotesca de disimular la soberbia.

Cuando nos referimos a la humildad como valor humano, estamos diciendo que no debemos ser pretenciosos, que debemos evitar el orgullo, el desprecio de quienes, por una u otra razón, están en una posición inferior a la nuestra porque debemos tener conciencia de que todos los seres humanos somos iguales y solamente las circunstancias nos dan prevalencia sobre algunos otros. No olvidemos que la vida da, como la Tierra, muchas vueltas y no sabemos si mañana se encontrará sobre nosotros quien hoy se halle en condiciones de inferioridad.

La humildad bien atendida entraña un profundo sentido de la dignidad humana y de la respetabilidad que todos debemos conseguir. La humillación de los inferiores, el avasallamiento de los más débiles, suele ser la causa de dolorosas sorpresas en el devenir de los años. Tan alto estamos hoy como bajos podemos estar mañana.

Tengamos siempre respeto hacia quienes nos sirven porque ¿no es acaso una dádiva que hemos recibido, el ser jefes o superiores?

Ninguna posición en la vida es cosa distinta de coincidencia de coyunturas y si en algo hemos influído en lograrla, lo hemos hecho por haber obtenido mayor preparación en razón de las ventajas familiares o peor aún por haber nacido en cuna de oro y con cuchara de plata. Y ¿quién escogió a sus padres?

Seamos humildes de corazón, ostentemos la posición que tengamos con dignidad y respeto a los demás, lo que se traducirá en admiración de los subalternos y afectuosa obediencia que no estará manchada de temor o de servilismo.

















19 Identidad

Si interpretamos lo que trae el diccionario, estas son las características que sirven para distinguir a alguien de entre los demás y reconocerlo como la persona que dice ser. Además, han de ser lo menos variables, en lo posible, dentro de las condiciones del reconocimiento.

Si hilamos más delgado, estas cualidades son, en su esencia, permanentes y sus modificaciones por lo general, circunstanciales y permiten descubrir, en el fondo, la identidad de un sujeto.

Obvio es pensar que esas características suponen una permanencia en el tiempo, de modo que la persona ha de conservarlas a través de él, para que quienes la rodean la reconozcan por ellas.

Es nuestro caso, de seres humanos que somos, es preciso considerar que para ser iguales a nosotros mismos y mantener esa identidad entre el ser y el estar, debemos construir un sistema de comportamiento, un estilo de vida que nos caracterice, o lo que es lo mismo, que nos distinga de los demás como ente organizado de acuerdo con principios que, no por ser aceptados por la comunidad, hayan de ser menos individuales.

Aclaremos: bien cierto es que existen normas sociales que señalan las buenas maneras para saludar, reír, andar, comer, etc., pero, quien sea capaz de hacerlo con un estilo señaladamente propio será identificado como una persona fina que atrae por su comportamiento.

Cuando vestimos de una manera que se aparte de la moda común con una inteligente nota de individualidad, conseguiremos ser admirados por los demás. Sin embargo, igualmente podemos distinguirnos por un modo estrafalario de ataviamos, en cuyo caso seremos burlados o señalados como estrambóticos.

Lo dicho, en cuanto al yo. Sin embargo, en razón del espíritu de asociación (lo que muchos llaman imagen corporativa), es necesario comprender que quienes pertenecemos a un mismo equipo deportivo, a una misma institución académica, a colegios profesionales, a agrupaciones religiosas o políticas, debemos procurar empaparnos de sus principios y de sus propósitos para asemejarnos - sin perder la personalidad-a los miembros del conjunto e identificarnos como tales, mirando siempre al prestigio institucional en nuestras actuaciones individuales.













20 Lealtad

La lealtad es una actitud, esto es, una disposición a obrar en un sentido determinado a favor de una persona, de una idea, de una causa o empresa. Confundida muchas veces con la fidelidad, que es un comportamiento relacionado con la convicción de que debemos corresponder a la confianza depositada en nosotros, la lealtad no obliga sino mientras estamos lógicamente ciertos de que seguimos a una persona confiable, a una idea razonable, a una causa justa o a una empresa honrada.

La lealtad perdura en proporción con el desarrollo de la relación con el sujeto y no depende sino de la disposición de ánimo que nos conduce a brindar nuestro apoyo, la cual puede modificarse en razón de variaciones ocurridas en la dicha relación.

Hay, pues, en la lealtad una condición de temporalidad que resulta del compromiso entre las partes, mientras duren las razones que lo promovieron.

Ahora bien, ser leal significa permanecer sin variaciones promovidas por circunstancias, ambiciones, temores, presiones, etc. en cuanto éstas lesionen la estabilidad de la relación sin que el sujeto haya, a su vez, modificado las condiciones del compromiso. Debemos ser íntegros y sinceros en cuanto esta modificación entrañe una desviación de nuestro compromiso inicial, para tomar la decisión de retirarnos.

La lealtad, en la mayoría de las ocasiones, representa la obligación del secreto y en todas, la necesidad de la discreción. Cuando pertenezcamos a una empresa, a un partido político, a una junta directiva, a un cuerpo de empleados, debemos ser reservados en nuestras manifestaciones públicas y privadas, de lo que, en razón de nuestra asociación, lleguemos a conocer.

Nada más reprobable que, por hacerse notables, algunos se permitan hacer declaraciones inconsultas o hacer públicas informaciones o datos que son secretos, los cuales les han llegado en su desempeño como personas merecedoras de confianza.

Es preciso dejar bien claro que lealtad no es complicidad y que, en cuanto notemos y estemos ciertos de la mala intención o del delito, estamos en la obligación de retirarnos a tiempo, no participando ni siquiera indirectamente en ello y denunciando lo que podemos probar ante quienes debamos hacerlo.














21 Libertad

Ocurre con la libertad algo semejante al tema del amor; se ha escrito y hablado tanto sobre él, se ha especulado y se ha aprovechado tanto del contenido semántico de la palabra, que resulta bien difícil decir algo nuevo y sobre todo desprovisto de cualquier matiz que pudiera interpretarse como sesgo político o viso de filosofía favorita.

Por eso quiero, en cuanto me sea posible, referirme a la libertad en la manera más sencilla, directa y comprensible.

Creo que ser libre es poder hacer todo cuanto no lesione a otro ser humano en ninguno de sus derechos ni a la Naturaleza en ninguna de sus manifestaciones. Es tener holgura suficiente para cumplir nuestro deber y obtener de ello la compensación que esperamos.

Es poder expresar nuestras ideas, manifestar sentimientos y movernos a cualquier sitio del planeta, sin que nadie pueda coartar nuestra voluntad de hacerlo. Es llegar con lo nuestro hasta donde está situado lo del otro, en lo físico y en lo psíquico.

Por encima de todo, la libertad impone el más absoluto respeto a la vida, bien sea la humana o ya la que se halle en el entorno natural. No podemos ser libres para aprisionar o para matar, ni siquiera en defensa de la vida o de la ley, así hayamos inventado mil razones para justificarlo.

Si talamos los árboles o envenenamos el mar, los ríos, los lagos y las fuentes; si cazamos a los animales por mero deporte, coartamos la más sublime de las libertades: la de vivir. No podemos ser libres para gozar un bienestar que se apoye en el malestar siquiera de los otros seres.

Debemos poseer la capacidad de hacer el bien, de decir la verdad, de trabajar en lo que sepamos hacer, de satisfacer plenamente nuestras necesidades biológicas, fisiológicas, sociales e intelectuales.

Para ser libres no son necesarias las leyes, sino la conciencia. La ley existe porque somos muchos los que abusamos de la libertad.

Libre no es quien abusa de su poder aherrojando a los demás, sino quien, por respetarlos en sus derechos, recibe en contraprestación el derecho de serlo, pues la libertad no se merece por sí sola, porque debe ser el resultado del cumplimiento del amor a los seres humanos y a la Naturaleza, creando así un espacio para la paz.

Donde no hay amor no puede haber libertad y donde ésta no representa el respeto a la vida en todo cuanto ella comporta: salud, conocimientos, justicia no puede haber libertad. Y sin libertad no hay paz.

Procuremos ser profunda y sinceramente humanos porque cuanto más humanos seamos tanto más libres seremos.



22 Meditación

Curiosamente a la meditación, esta actividad cerebral de poner atención muy especial al análisis de los hechos de la vida para enfrentarlos con razonamientos y no con reacciones emotivas, se ha soslayado como un valor humano de importancia capital y hasta ha caído, en la práctica, a niveles de ejercicio esotérico propio de personas casi supersticiosas.

En realidad, meditar es hacer examen profundo de los acaecimientos diarios para escudriñar qué los ha originado, cómo se han desarrollado, porqué nos afectan y en qué podemos corregirlos o aprovecharlos para beneficio de nuestro progreso.

Todo individuo sano que quiera afrontar con serena lógica los aconteceres cotidianos de modo productivo, esto es, que no se limite a sufrir la vida, sino a gozarla en provecho de sus aspiraciones, tendrá que aprender a meditar sobre ellos.

Meditar exige dos cosas: espacio adecuado, o sea, un ambiente cómodo, silencioso y aislado, propicio a la concentración psíquica y tiempo, lo que significa contar con ratos de paz que duren lo necesario para desarrollar nuestros pensamientos sin premura.

Es la meditación uno de los más provechosos ejercicios mentales y de ninguna manera ha de considerarse que deben restringirse a motivaciones religiosas o filosóficas, sino entender que considerar profundamente las cosas, rumiarlas por así decirlo, es apropiado para el estudio de todas las situaciones que se presenten en el desarrollo de nuestras vidas.

Hay que adquirir el hábito de pensar meditativamente, lo que se va a lograr cuando, en un momento favorable que nos deje nuestro diario quehacer, comencemos a repasar todo aquello que nos ha ocurrido.- importante o baladí - para que, sin darnos cuenta casi, vayamos descubriendo como se entrelazan los hechos cotidianos para construir una red de finos hilos y nudos casi invisibles dentro de la cual vivimos.

Al conocer esa malla y aprender a discernir cuáles son los filamentos, dónde están anudados y hacia qué lugar se sitúan los espacios vacíos, encontraremos, sorprendidos, que hemos aprendido a meditar.

Y cuando sepamos meditar nos asombraremos de cómo se simplifican los problemas, cuanto mejor nos entendemos con los demás y que frutos podemos cosechar de árboles que, hasta entonces, creíamos ramas secas.











23 Modestia

Recojo, con profundo respeto por el educador que fue y por el gran poeta que es, de Antonio Machado:
“Sed modestos; yo os aconsejo la modestia, o, por mejor decir: yo os aconsejo un orgullo modesto, que es lo español y lo cristiano. Recordad el proverbio de Castilla : “Nadie es más que nadie”. Esto quiere decir cuanto es difícil aventajarse a todos, porque por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre.
Así hablaba Mairena a sus discípulos. Y añadía: -¿Comprendéis ahora porque los grandes hombres solemos ser modestos?”
Juan de Mairena, VI, Proverbios y consejos.


Este consejo de Machado debe interpretarse como una recomendación de no vanagloriarse de cualidades que no se poseen, pero que es legítimo nuestro reconocimiento íntimo de las capacidades que tenemos y alegrarnos interiormente del éxito conseguido con ellas. Además, respetar siempre a nuestros prójimos al recordar que todo ser humano es merecedor de él, sin importar su posición social y su situación económica que, para su valía, en nada modifican su mayor valor: ser humano.

Dice Juan de Mairena: “Huíd de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura”.

Como viene de bien esta advertencia a tantos que viven pendientes de la figuración y del agradecimiento público por los simples méritos del cumplimiento, casi mezquino, del deber que les corresponde.

La modestia, por otra parte, nos salva de la envidia, que es el padecimiento de quienes creen merecer lo que otros tienen y sufren cuando otros reciben honores, olvidando el consejo de que “cuando son merecidos deben alegraros y si no lo fueren, que no os entristezcan por vosotros, sino por aquellos a quienes se tributan”, como sigue diciendo Mairena a sus discípulos.

Vestir siempre al último grito de la moda; poseer el automóvil más costoso; pertenecer al club más exclusivo; ostentar las joyas en lugares de trabajo, son señales de inmodestia. Que los hombres sabios entienden que el vestido limpio y elegante; el automóvil fuerte y económico de combustible; el grupo social afín a nuestros gustos e intereses; las joyas lucidas en los sitios apropiados son señales de autoestima, propias de un ego sano formado en la lógica y con un sentido ético de la relación interpersonal.

Tengamos plena conciencia de nuestro valor como seres humanos, para mantenernos erguidos sobre nuestros pies, elevados en toda nuestra estatura, como si nadie fuera más que nosotros, mas tampoco menos, Esa es la modestia.





24 Objetivos y metas


No es raro encontrar en muchos tratados, planes de estudio, monografías, conceptos confusos sobre que es un objetivo y a qué se debe llamar una meta.

Para aclararlo vamos a un ejemplo: si voy a viajar desde Barranquilla hasta Bogotá, esta ciudad es la meta. Y los objetivos serán todas las poblaciones por donde voy pasando: Ciénaga, Aracataca, Fundación, Bosconia, Chiriguaná, Aguachica, Bucaramanga, Floridablanca, Piedecuesta, San Gil, Barbosa, Chiquinquirá, Ubaté, Chía, Bogotá. En otras palabras: las etapas que debemos pasar para llegar a una meta son los objetivos y pueden ser muchos, mientras que la meta es una sola.

Esta explicación, que te será útil para cuando vayas a hacer un trabajo escrito, no tiene otro fin que aclarar la metodología más adecuada para la educación que debemos hacernos para adquirir los valores humanos.

Porque hay quienes confunden metas con objetivos y esto conduce a la desesperanza, pues el objetivo está cercano, suele ser porción de un todo y es más fácil de lograr. Así que no debemos creer que el valor acabado y completo va a surgir, como por arte de magia, a las pocas matas, como se dice. Para llegar a él debemos pasar etapas que nos exijan un esfuerzo menor, pero progresivo, hacia la consecución de ese bien total: la meta.

Cuando queramos llegar a tener disciplina, firmeza, carácter, fijémonos objetivos claros y sencillos que nos sea fácil alcanzar. Ello nos dará la satisfacción de ir consiguiendo pequeños triunfos que nos estimularán a proseguir en el esfuerzo que demanda la formación de un valor.

Cada uno de los valores debe considerarse una meta y en el camino hacia la perfección humana encontraremos como hay algunos que conducen a otros, así la disciplina fortalecerá nuestra firmeza, ésta construirá nuestro carácter, el carácter cimentará nuestro coraje, etc.
















25 Patriotismo

Con la práctica de actos que más tienen de espectáculo que de expresión seria de convicciones, estamos con frecuencia expuestos a confundir el sentido de patria con sentimentalismos baratos.

Sentirse nacional de un país es algo más, mucho más, que el hecho ser nativo de él. Es considerarse religado con su historia, sus costumbres, su folklore, su política, su arte. Es saberse uno con todos los habitantes del país, los indígenas y los campesinos, los de la urbe moderna y los de las poblaciones menores. Es amar sus mares, sus montes y sus ríos. Es dolerse de los malestares que los aquejan en lo económico y en lo político.

No es la patria la bandera, ni el escudo ni el himno, que son sólo símbolos que si no se respetan como tales nada significan y en fin de cuentas sólo valen si les damos en nuestro cerebro la significación real de los componentes heráldicos que ostentan sus formas y colores.

Ser patriota no puede ser simplemente poseer un documento oficial que nos identifica como ciudadanos de un país, sino sentir la obligación de hacer cada día la parte de trabajo que nos corresponde en su engrandecimiento.

Es vigilar para que las autoridades cumplan con su deber y no despilfarren el erario público. Es cuidar los edificios donde despachen los gobernantes y los servidores de la cosa pública; los parques y jardines; los teléfonos públicos y el alumbrado de las calles y plazas; es no arrojar basuras a las vías; es respetar las leyes y obedecer los reglamentos de tránsito; en una palabra, es comportarnos, día tras día y cada día, como dueños y señores del país. No creer que éste es de eso que los ignorantes suelen llamar “el gobierno”y por eso se hace deterioro voluntario de los bienes del Estado.

Ser patriota es una conducta, es una forma de vida, es un compromiso con nosotros mismos que somos la Patria. Porque la patria no es un ente filosófico ni irreal, sino lo que formamos todos conviviendo en una región del mundo que se llama República de Colombia.


















26 Perseverancia

¡ Qué difícil es la tenacidad ! En cambio, con cuanta facilidad caemos en la inconstancia.

Cuanto podemos alcanzar en el logro de nuestras metas si ponemos empeño en el esfuerzo necesario para conseguirlo y nos aferramos a la idea de que, cuéstenos el trabajo que nos cueste, vamos a llegar al éxito.

Perseverar en cuanto comencemos y mantenernos firmes en la prosecución de nuestro propósito a través del largo recorrido de dificultades que hayamos de atravesar es la única vía de llegar al final del camino.

La tenacidad es lo que debió permitir al engrillerado de la caverna de Platón desembarazarse de sus cadenas y salir a ver, en la luz, la realidad de las cosas.

Para Erlich, fracasar quinientas cinco veces en la consecución del Salvarsán (medicamento para el tratamiento de la sífilis) no fue óbice para continuar experimentando y su fórmula 506 fue el premio de su perseverancia.

Los ataques y críticas de los colegas no arredraron a Jenner ni a Pasteur en su tenaz persecución de las vacunas antivariólica y antirrábica, antes fueron incentivo para su mayor empeño.

Perseveró Galileo Galilei en su defensa de las ideas copernicanas, aunque la Inquisición amenazara su vida y le quitara su libertad.

Los científicos de la casa Du Pont hicieron miles de ensayos antes de obtener el nailon y es preciso aclarar que no fue tan casual el descubrimiento de la penicilina por Fleming, sino que le exigió esfuerzos y paciencia.

Si pensamos en los cientos de obras teatrales que escribió Lope de Vega y la extensión de las odas de Homero o de los versos de la Divina Comedia de Dante, o los milllones de pinceladas que dio Miguel Ángel - acostado bocarriba bajo el techo de la capilla Sixtina - para hacer su maravilloso fresco, veremos cuan pequeño es el esfuerzo de nuestros deberes cotidianos para lograr el éxito en el trabajo.

Perseverar. Trabajar con tenacidad. Poner en nuestra labor todo el empeño que nos sea posible. Es el único camino para el triunfo, cualquiera que sea la meta propuesta.











27 Pertenencia

Este vocablo es impropio. Presumo que nos ha llegado procedente del inglés (to pertain = pertenecer, concernir, atañer) y que más adecuado sería hablar aquí de la participación y comportamiento, de incumbencia o de ser atañedero a una obra, institución o asociación.

Lo que si no es cuestionable es el concepto, pues sentirnos pertenecientes a un conjunto de intereses que compartimos por alguna razón, es un valor humano que hoy, más que nunca, se ha convertido en una necesidad del hombre y la mujer contemporáneos.

La conciencia íntima de que formamos parte de una nación, de una región, de una ciudad o de un grupo determinado, es un imperativo para nosotros, los seres humanos que convivimos en un ambiente, por demás hostil, que tiende a afectarnos nuestra psiquis y solamente un sentido claro de la indispensable solidaridad puede ayudarnos a superar el ataque que nos hacen, desde todos los ángulos, la feroz competencia, el conjunto de adversidades que nos depara la vida actual.

Cuanto más estemos convencidos de la necesidad de estrechar los lazos que nos unen al grupo social, no importa la dimensión que tenga éste, tanto mejor protegidos nos sentiremos y tanto más podremos fortalecerlo para conseguir su progreso.

Confiar en nuestras instituciones políticas, obedecerlas inteligentemente; en nuestros establecimientos educativos procurando mejorarlos día tras día; en nuestra empresa, en nuestra acción colegiada, en nuestra propia capacidad de contribuir al logro común, es indispensable para que tanto nosotros como personas, como todo el conjunto de nuestro hábitat, a escala nacional, regional, urbana y empresarial conformemos un cúmulo de buenas voluntades aunadas en bien, siguiendo la idea de Eugeny Evtuchenko: “si los buenos se unieran para el bien, así como los malos se asocian para la maldad, cuánta bondad habría en el mundo”.



















28 Religión

El ser humano, desde las más remotas épocas de la Humanidad, se ha sentido atemorizado frente a las fuerzas inconmensurables de la Naturaleza y ha buscado la manera de enfrentarse a ellas apoyándose en un Ser Supremo que consideró el Creador y Ordenador de todas las cosas.

Pueblos menos evolucionados en su función cerebral aceptaron dioses que les representaban esta fuerza superior, como el sol y los demás astros. El pueblo intelectualmente más evolucionado, el hebreo, organizó, desde sus primeros dirigentes, un sistema que se basaba en la fe en un Dios único, invisible, todopoderoso, infinitamente sabio, infinitamente bueno, pero al mismo tiempo, infinitamente justo y propenso al castigo de las faltas.

Más tarde, otros intentaron disminuir la omnipotencia de ese Ser único y resolvieron anteponerle otros dioses que se repartían el trabajo de gobernar la Tierra y sus habitantes, dedicándose unos a la vida - dioses del amor, de la fertilidad, de las cosechas- y otros a la muerte-jueces, verdugos, protectores del alma-.

Sin embargo, la inteligencia particular del pueblo hebreo hizo prevalecer, aun en medio de las más duras batallas y persecuciones, su religión monoteísta, mucho más lógica, más sencilla de entender y sobre todo basada en la fe y en la esperanza.

De ese pueblo tan especial surgió Jesús, fundador de un nuevo sistema religioso que, a la fe y a la esperanza, añadió la caridad, virtud casi desconocida en el mundo de su momento histórico. Y también de ellos, salió un genio judío, Pablo de Tarso, iluminado organizador de una teología de la caridad, que dio comienzo a una religión que ofrecía salvación del alma, dándole a este concepto filosófico, ya preexistente, un contenido humano que conquistó a las gentes que estaban buscando la salida a la idolatría que no le brindaba a sus cerebros, para entonces ya bien evolucionados intelectualmente, una forma de vida que les sirviera de apoyo en su lucha por hallarle un sentido a la inteligencia de los valores humanos, cada vez más intensamente sentidos, aunque no practicados.

Puede suponerse que todo cuanto la tradición oral y escrita del pueblo judío conservó, fue el fundamento de la teología paulina que hemos luego aceptado para vertebrar la religión cristiana.

Religión, palabra que proviene del latín religo (atar) y describe con exacto sentido la razón de existir de todos los movimientos que el ser humano realiza en busca de Dios. Atarse a Él, reunirse en alguna forma con el Ser superior, Creador y Organizador de todas las cosas.

Mahatma Gandhi, un gran pensador indio, considera que todas las religiones son igualmente importantes y útiles al hombre, por cuanto, no importa su contenido apologético y litúrgico, todas ayudan al ser humano a religarse con la divinidad.

Con lo anterior quiero hacer ver que la intolerancia religiosa, el fanatismo que conduce al odio entre los hombre, no puede ser religión. La incomprensión, la no-aceptación y hasta el desprecio que algunos manifiestan hacia quienes cumplen sus deberes religiosos en manera diferente a ellos, no pueden ser religiosos porque el religamiento con Dios sólo puede existir en cuanto estemos unidos a Él por el amor, no importa como.

Es preciso que aclaremos que la verdadera religión no puede servir para atemorizar, sino para apoyar al ser humano en su debilidad para enfrentar las fuerzas de la Naturaleza, entendido esto como todo el conjunto de potencias que lo presionan, físicas y psíquicas, que lo asustan por su incomprensible red de coincidencias y circunstancias, haciéndolo sentir como una simple brizna, juguete de las corrientes de la vida, en las cuales Dios es testigo, pero no interventor.

Son tales esas presiones que muchas veces el ser humano siente lejana la presencia de Dios y acude a recursos más tangibles, lo que conduce a la superstición, la creencia en amuletos, en ritos esotéricos, hasta a un ejercicio equivocado de las costumbres devotas, dándole valor de religión a lo que no es más que beatería, lo que, lamentable pero cierto, suele ser explotado por ministros religiosos que se aprovechan de la ignorancia de las gentes buenas.

La religión, el religamiento con el Ser supremo, debe ser siempre un libre ejercicio, inteligente y lógico, de la fe, de la creencia sincera y profunda en Él, sin que represente nunca la razón de actitudes intolerantes que conllevan el odio, contrario al amor que es lo único que puede salvar al hombre. Ni tampoco prácticas fanáticas, desprovistas de sentido humano, que conllevan la actitud temerosa, la escrupulosidad que deshumaniza la práctica religiosa, porque la caridad - fundamento de toda acción religadora - se reseca en el ejercicio de virtudes falsas.

Todo se puede resumir en el primer mandamiento: “Amarás al Señor sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”.























29 Reputación

Se ha diluido mucho en el desenvolvimiento de la vida social la importancia que debe poseer la buena opinión que acerca de una persona han de tener los demás.

La calidad de ser humano es una especie de aureola que nos rodea, en virtud de las acciones públicas cuando éstas son meritorias o simplemente se ajustan a las leyes. Por desgracia, ha sido tal la descomposición social y el triunfalismo que han conducido a creer que el fin justifica los medios, que hoy no se considera desprestigio pertenecer a grupos antisociales o participar en negocios turbios. El soborno y la gabela se han vuelto normales en la tramitación de cotizaciones o licitaciones y muchas gentes caen en sus redes porque, inmersas en el torbellino de la ambición desmedida, del afán de lucro y de la ostentación, se comprometen con gastos superiores a sus entradas legítimas y tienen que acudir a las utilidades marginales provenientes del manejo ilícito.

Comerciar fuera de la ley se considera habilidad; ganar elecciones fraudulentas se considera astucia política; percibir ingresos ilegales con maniobras prohibidas es “recuperación” de los dineros invertidos en las campañas electorales; obtener ganancias exageradas que no guardan relación con los costes de producción y venta de los artículos es, apenas, aptitud comercial; cobrar intereses desmedidos es saber gestionar operaciones rentables…

Todo ello conduce a la injusticia social, a la consecuente violencia política, al deterioro de las costumbres, etc,. Por lo cual la defensa que nuestro comportamiento correcto haga de la reputación que merecemos siempre será un valor ético ineludible.

Otro aspecto importa mucho: el respeto a la reputación ajena. Cuando acusemos ha de ser con pruebas suficientes; cuando nos permitamos referirnos a alguien - y es mejor evitarlo en absoluto – hemos de ser muy cuidadosos de no soltar palabras necias que puedan enlodar la fama de los demás. La calumnia, la acusación infundada, el comentario ligero son graves faltas del respeto que debe merecernos el prójimo y no olvidemos que es más fácil ver la paja en el ojo del vecino que la viga en el nuestro, así como aquello: “agua en el suelo no se puede recoger”.

Que quiere decir como la buena fama de alguien es como el agua, pura y cristalina mientras se halle un recipiente, y sucia, desparramada e imposible de recoger, cuando el botijo se rompe y se derrama por el suelo.














30 Respetabilidad


No es infrecuente creer que la respetabilidad depende de los otros, de quienes nos miran con cierta veneración y acatamiento en virtud de que nos consideran personas de mayor edad, dignidad y gobierno.

Este concepto soslaya el pensar que somos nosotros quienes debemos hacernos respetables, esto es, merecedores de respeto y que para ser tratados respetuosamente no es necesario tener mayor edad, dignidad o gobierno, sino que la respetabilidad más deseable es aquella que mantenemos entre iguales.

Quiere esto decir que esperar el respeto de los demás en razón de la autoridad, sin pensar que la autoridad - como decía el káiser Guillermo- no se da, sino que se tiene, es un error que fácilmente nos hace caer en la prepotencia o en la petulancia.

Así mismo quien se cree respetable porque ocupa un cargo político, sea o no de gobierno, pretende ignorar que sólo un ejercicio impoluto de sus obligaciones es y ha de ser la única causa del respeto que se le debe, porque el cargo en sí no significa nada.

Todavía es más deleznable el criterio de quien, por tener más dinero que otros, se cree merecedor del acatamiento. Si algo es voluble es la fortuna y apoyar en ella nuestra respetabilidad es de una inconsistencia suma.

Se equivocan los que consideran que el título que nos dan es señal de respeto y así nos digan doctores sin serlos, o bien nos llamen por el cargo que ocupamos -muchas veces sin mayores méritos - Presidentes o Senadores, es prueba de respetabilidad, porque en verdad se trata de temor reverencial, de lambonería o de ignorancia.

Nunca debemos considerarnos respetables cuando no lo somos frente a nuestras propias conciencias. Cuando no tememos mirarnos en el espejo al afeitarnos o al maquillarnos que hoy la respetabilidad de la mujer se ha extendido a la actuación pública donde ahora se desempeña, añadiéndole a la de su comportamiento social que antes se le exigía y sigue necesario. .
















31 Responsabilidad

Debemos responder por nuestro comportamiento, por nuestro cuerpo y sus funciones fisiológicas, por nuestro trabajo, por nuestras relaciones interpersonales y por nuestro compromiso con la comunidad.

Una persona responsable asume plenamente la parte de tarea que le corresponde en una labor de grupo; se compromete consigo mismo a cumplir su cometido sin que para ello se necesite pedírselo ni mucho menos amenazarlo con sanciones o prometerle gratificación.

Quien es responsable evita arriesgar la vida sin razones de peso; es comedido en la comida y la bebida; sigue las instrucciones del médico cuando está en curación; dispone ordenadamente de su dinero y administra su crédito con prudencia.

Debemos procurar que el ser responsable se nos convierta en un hábito, en un mecanismo de reacción automática frente a la acciones y presiones del entorno social, de tal modo que no sea un esfuerzo molestoso, sino, por el contrario, acarree una satisfacción al terminar cada día.

Cuando se actúa responsablemente es cuando se mide el riesgo y las consecuencias de nuestros actos y una vez evaluados, no nos atemorizan. En cambio, la actuación irresponsable nos cerca de peligros.

La conciencia de hacer las cosas bien confiere una verdadera tranquilidad psíquica y nos convierte en personas asertivas, con una autoestima alta y bien fundamentada que se traduce en un semblante sereno y en un talante simpático. Contrariamente no tener la certeza de nuestra responsabilidad conduce al rostro agrio y al carácter amargado.

Se dice, con mucha razón, que toda persona mayor de treinta años es culpable de la expresión de su rostro. Creo que esto tiene mucho que ver con la responsabilidad, con la asunción de nuestra obligación de responder por nosotros mismos ante los demás, por saber respetarnos.
















32 Sexo

Bien sé que a muchos les parecerá extraño y hasta impropio a algunos, que en un libro de ética se coloque al sexo entre los valores humanos, dado que éste ha sido considerado por los moralistas como causa de pecado, fundamentándose en las medievales concepciones de la mayoría de los llamados Padres de la Iglesia.

Valga decir que no pensaba así Jerónimo, traductor de la Biblia al latín, en contraposición al tomismo y al obispo de Hipona quien, por haber sido un libertino, veía en el sexo un enemigo de su ascetismo posterior.

Los teólogos modernos y en particular los holandeses y alemanes, consideran que el sexo es un derecho del ser humano y por lo tanto es un valor del individuo que debe regularse por la ética de la responsabilidad y no por las amenazas de un castigo eterno.

Ahí es donde reside el espíritu de este capítulo. No puede pensarse, en la más elemental lógica, que el Creador haya colocado en nuestro organismo órganos destinados a pecar. Seria un contrasentido y así diríamos que el estómago, con el cual podemos excedernos en la gula, es también causa de pecado y de ello no se ocupa ninguno de los moralistas con tanto aspaviento.

El sexo es un valor humano y en consecuencia debemos usarlo y gozarlo responsablemente. No podemos practicar el intercurso sexual como lo hacen los irracionales, únicamente como mecánica reproductora sin ninguna intervención de las facultades cerebrales propias del ser humano, como son la cognoscitiva y la volitiva.

Esto es, nuestra inteligencia debe seguir la selección del compañero sexual por medio del amor, que es característica exclusiva del hombre y no simplemente por la atracción física que induce la secreción gonadal. Nuestra voluntad debe servirnos para asumir responsablemente el lazo que el amor y el sexo crean entre dos personas y por lo tanto ello conlleva la compañía, el apoyo mutuo, la procreación - en la unión heterosexual - que debe estar regulada por el análisis recto de las condiciones socioeconómicas de la pareja, la educación de los hijos, etc.

La condición sin la cual no es responsable la coyunda es el amor, porque la relación amorosa sincera es fuente de salud, de conservación de la juventud, mientras que el libertinaje sexual, basado únicamente en el placer, ocasiona serios problemas.
Dentro de la relación amorosa responsable podemos y debemos hallar el mayor placer, porque, en buena parte, de esa satisfacción depende la estabilidad de la unión que es lo más deseable en una pareja. Dentro de la pareja estable toda caricia es virtuosa, pues contribuye a la unidad que es razón de ser de la unión conyugal (Gén.18,23) y se halla encomiada en todos los versos del Cantar de los Cantares.

El sexo es un don y no debemos malgastarlo en irresponsables relaciones accidentales desprovistas de sentido humano, sino usarlo con sencillez, con lealtad con nosotros mismos y con nuestra pareja, entregando siempre más de lo que esperamos recibir.

Conocer, mediante el estudio de libros serios sobre sexualidad, los órganos sexuales y la técnica del acto sexual placentero e higiénicamente seguro, es un deber de toda persona educada.

















































33 Sinceridad

Confúndese muchas veces la delicadeza en el trato social con el temor a decir la verdad cuando debe decirse. Asimismo, en el caso contrario, hay quienes consideran la grosería como la franqueza. Ambos extremos conllevan un riesgo de falta a la sinceridad que es virtud humana muy deseable.

Fácilmente caemos, por malentendimiento de la cortesía, en el fingimiento y ello da pábulo al temible defecto de la hipocresía.

Encontrar el punto de equilibrio entre la franqueza y la descortesía en muchas ocasiones no es fácil y el temor a equivocarse lleva a muchas personas a callar los errores y faltas que descubre en los demás, con lo cual caemos en pecados de omisión, pues es una obligación humana corregir al que yerra.

La sencillez en nuestras expresiones es probablemente el más sabio camino hacia la crítica que conlleva el espíritu de contribuir a que nuestros prójimos corrijan sus errores. Cuando el gesto, la entonación de la voz o las palabras descomedidas acompañan a la censura, la convierten en acerba o al menos en indiscreción, con lo cual lo único que obtenemos es irritar a la persona, crear antipatías y darnos mala fama.

El juicio justo y la opinión bien meditada, expresados con palabras respetuosas y afectuosas es señal de sano interés en la otra persona y casi siempre se aceptan como consejo y no como crítica.

Ser sinceros entraña, por encima de todo, serlo con nosotros mismos y descubrir nuestras faltas, porque muchas veces vemos en los demás nuestros propios defectos agrandados porque son de otros. Y nuestra lucha por corregirnos es lo que más puede autorizarnos a enmendar al prójimo.

Nuestra autocrítica conducirá a mejorarnos y sólo entonces tendremos la ocasión del ser sinceros sin molestar, pues los otros reconocerán que así como nos hemos mejorado lo mismo podemos contribuir a que superen sus deficiencias.
















34 Solidaridad

Dice el Génesis: “No está bien que el hombre esté solo”. Desde esas lejanísimas épocas reconoce el ser humano la necesidad de la convivencia para el apoyo mutuo.

A través de la historia de la Humanidad, escritores, poetas y filósofos han expresado en sus obras el concepto de hermandad entre los seres humanos, entre otros, Aristóteles, quien dijo que el hombre es un animal social.

Debió comenzar en las primeras épocas de la Humanidad este afán de asociarse, probablemente para ayudarse en la lucha contra un ambiente hostil.

Luego, por simple atavismo, somos gregarios y no podemos vivir solos. Numerosas obras literarias, aun aquellas que destacan la capacidad individual de abastecerse y atender a las necesidades hacen reconocimiento a la necesidad de compañía que, como es el caso de Robinson Crusoe en la novela de Daniel Defoe, lo hace con el loro y con el indígena salvado del sacrificio que vienen a vivir con el ingenioso náufrago.

En la actualidad, con la velocidad de las telecomunicaciones y la rapidez de los medios de transporte el mundo se ha encogido y se habla, no sin razón, de la aldea global.

Ello no puede considerarse únicamente como un concepto sociológico o como un criterio económico, sino que debe entrañar un nuevo sentido de la unión entre los seres humanos que ha de ser, día tras día, más estrecha.

Los latinos decían: “Nada humano me es extraño”, en un mundo que estaba repartido, en cuanto a población, en lugares distantes y por lo común de difícil acceso.
Viajar desde Roma hasta Britania significaba varios meses de camino con dificultades increíbles. Con tanta mayor razón ahora, cuando los continentes están unidos por horas de vuelo en cómodos aviones. Todo lo humano ha pasado a ser de una cercanía que debe conllevar la amistad y la comprensión de las más diversas ideas y costumbres.

Por esto, los seres humanos debemos considerarnos ciudadanos del mundo y verdaderos humanos, lo que representa sentir en nuestros corazones el dolor que aqueja al más distante de ellos; compartir sus desgracias y sentir como nuestra la calamidad que les agobia. Esto es solidaridad.

Y si ello es cierto para el grupo social más alejado, tanto más obligante es sentirla y practicarla con el prójimo que es conciudadano o compatriota.












35 Ternura

Quienes han sido instruidos dentro de los sistemas dogmáticos escolásticos y se han formado dentro de las represiones y opresiones de normas morales basadas en la promesa de un premio o en la amenaza de un castigo eterno, en muchas ocasiones encuentran en las manifestaciones afectuosas una señal de pecado.

Esta funesta palabra ha sido la causa de que la ternura haya desaparecido del mundo y de la frialdad que caracteriza las relaciones humanas, desde aquellas que en el hogar deberían unir a padres e hijos, a hermanos con hermanos, hasta las que se desarrollan en ámbitos más amplios como la escuela, los estudios superiores y el ejercicio de las profesiones, del comercio y de la vida diaria.

Esa carencia de calidez en los contactos que tenemos que hacer en la comunicación de nuestras necesidades, nuestras emociones y sentimientos, deviene en distanciamientos cuando no en franca antipatía en las relaciones entre los seres humanos.

El acercamiento que hagamos con los demás en todos los actos de nuestra vida, sea en el hogar, ya en el trabajo o en la calle es señal de humanidad. Mientras, el distanciamiento que tantos juzgan respeto, sentido de la dignidad, manifestación de jerarquía, no es más que vanagloria.

La ternura, que es una forma de manifestar el cariño con gestos, caricias, palabras afectuosas, es un modo humano de hacer ver a los demás que los amamos y no ha de tener necesariamente significación sexual como los moralistas suelen pensar.

Ser tierno es el logro de la máxima expresión de humanidad y es la llave de la mayor felicidad porque nos produce la inmensa satisfacción de dar a los demás el placer de ser amados. No hay ninguna relación humana, así sea la de negocios, donde no quepa siempre una gota siquiera de ternura para hacerla más merecedora del carácter de tal.

Se puede ser tierno sin que el hombre pierda masculinidad, ni el homosexual su dignidad, ni la mujer su respeto al pudor bien entendido. No significa la ternura el rompimiento de barreras de ética ni afectadas manifestaciones de cariño que más parecen familiaridad interesada, antes por el contrario, la ternura debe ser muestra de un alto sentido de la comprensión y del afecto.












36 Tolerancia

“Yo soy como soy”, es frase que solemos decir todos cuando tratamos de justificar ante los demás nuestro temperamento o nuestro comportamiento.

Y, en efecto, todos somos únicos, esto es, sólo nos parecemos a nosotros mismos y de ahí surge nuestra propia convicción de la identidad personal y de nuestra individualidad.

Tiene ello que ver con la noción íntima de la libertad que el ser humano goza como resultado de la concienciación de sus propios actos, en los cuales sabe, como a pesar de las restricciones legales y de las represiones morales, tenemos la capacidad de ser diferentes en nuestro modo de ser y de actuar.

Tales facultades conllevan una doble condición: somos idénticos a nosotros mismos y, al propio tiempo, somos distintos de los demás, aun de aquellos más cercanos y allegados.

Esa doble condición entraña otra posibilidad: nuestras diferencias, al hacernos únicos, suelen chocar con las desemejanzas de los demás. Son como las aristas de una piedra que han de rozarse un millón de veces con las otras, al correr del río, para convertirse, alguna vez, en lanchas planas y lisas.

Esos choques con los temperamentos y caracteres ajenos pueden revestir la índole del disgusto y llegar a la antipatía. No es raro escuchar: “Es que no soporto a…”, lo que expresa una real disimilitud entre dos personas. Con frecuencia ello conduce a las actitudes de descortesía, de manifestaciones desagradables y aun de agresión. En las actividades colectivas, la acentuación de estas posturas produce las disensiones políticas, que, en ocasiones, alcanzan posiciones tan disímiles que originan la violencia.

De ahí que un valor humano altamente apreciable es la tolerancia, que consiste en saber sufrir con paciencia las diferencias manifiestas de las personas que nos rodean, mediante el respeto a sus ideas, convicciones o modales.

Ser tolerante impone ser generoso y mirar con simpatía a quienes nos molestan con su comportamiento y ser indulgente para disimular los defectos ajenos, teniendo siempre en cuenta que nuestras faltas solemos verlas con benevolencia mientras tendemos a juzgar con mayor severidad las del prójimo.

No debe confundirse la tolerancia con la timidez o con la cobardía y considerar que consiste en “hacer la vista gorda” y “dejar pasar carros y carretas”, como se dice. No se trata de volvernos indiferentes a cuanto pase a nuestro alrededor, sea malo o bueno. La tolerancia es la aceptación inteligente del defecto humano, sin que ello implique la apatía o el “dejar hacer ” que conduciría a la concesión de nuestros legítimos derechos, a la pérdida de la libertad o a la renuncia de nuestras ideas. No. Ser tolerante es saber convivir y la convivencia es comprensión y no abulia.






37 Trabajo

La concepción del trabajo como castigo, que viene desde los primeros tiempos, según se consigna en la Biblia, se debe a que los patriarcas de la Antigüedad tenían a su disposición los esclavos conseguidos en las frecuentes guerras de la época y ellos gozaban del ocio que permitía esa labor esclavizada.

Se suponía, entonces, que el trabajo era humillante y por lo tanto, resultado de la maldición divina; como se consideraba que era que un castigo impuesto por la divinidad que, a su vez, confería la autoridad a los triunfadores.

Es lamentable tener que reconocer, a la altura de varios miles de años después, que esa concepción del trabajo no ha sido mejorada sino que, con los cambios que el progreso y la civilización han impuesto, continúa siendo vigente.

Lo que se traduce en el manejo inhumano de la fuerza laboral, en la injusticia social, en la lucha de clases y tantos otros problemas socioeconómicos que vivimos.

Por eso, ahora, creo oportuno darle al trabajo su carácter de valor humano, en cuanto el trabajador competente y honrado es un ser indiscutiblemente virtuoso, así su calidad de ser humano útil no sea reconocida y remunerada con justicia.

Trabajar es una acción encaminada a conseguir las transformaciones de los elementos naturales en productos útiles, es obtener que éstos sean conocidos y apreciados por todos, es darnos la satisfacción de hacer el mundo mejor. Trabajar es un placer para quien encuentra en él la razón de vivir. Por eso Goethe dijo”Cuando he estado trabajando todo el día, un buen atardecer me sale al encuentro”.

Menos poético, pero más práctico: a quien ha trabajado desde su juventud y ha sido ordenado en sus gastos, le espera una vejez tranquila y segura. El trabajo es el mejor seguro de vida y la mejor pensión de retiro.
























38 Urbanidad

Saber vivir en la ciudad, podría ser la más acertada traducción de la palabra latina urbanitas, pues entraña el significado de respeto social, cordialidad en el trato, cortesía en las relaciones interpersonales, simpatía entre las personas, empatía en las dificultades ajenas.

Debemos lamentar que la velocidad que ha alcanzado la vida en las ciudades parece haber quitado tiempo a las relaciones humanas y convertido en una “lucha por la vida” todas las acciones del hombre moderno, de tal manera que la aspereza en el trato se ha hecho un modo de vida y toda gentileza, todo gesto amable, se suponen pérdida de tiempo y cesión de espacio vital.

Gestos de cortesía como ceder el puesto en un autobús, abrirle a una dama la puerta del automóvil, levantarse de la silla cuando llega una persona a la reunión, saludar en el ascensor a los vecinos, decir las cosas con agrado, según dicen los inciviles, son costumbres anticuadas, “pasadas de moda”.

Nada más incierto. Quienes vivimos en los gigantescos conglomerados humanos que hoy son las ciudades estamos tanto más obligados a comportarnos con urbanía, dado que la falta de simpatía y empatía conlleva el germen de la violencia ciudadana.

Justamente porque el espacio es estrecho y el tiempo apremia, estamos sujetos a una tensión psíquica que nos hace explosivos si no sabemos controlar, por medio de la educación y la cortesía, la tremenda presión que la vida urbana ejerce sobre el ser humano que habita el ambiente menos natural a que animal alguno haya sido sometido jamás. La ciudad moderna, la urbs actual, es una jaula de ladrillos, acero y ruidos, que excita los nervios y conlleva el riesgo de alienarnos.

La urbanidad, conseguir un dominio de temperamento, nuestra parte instintiva, por medio de la educación y la formación del carácter (el jinete del temperamento) que es la obtención de un manejo racional de nuestras reacciones primarias, que corresponden a una impronta ancestral, es un deber del ser humano civilizado.

Debemos procurar ser corteses, amables y cordiales con quienes comparten con nosotros la aspereza de la urbe.













39 Valentía

Con frecuencia encontramos el vocablo valentía utilizado como sinónimo de coraje y ello entraña que muchos interpreten mal una y otra palabra. Esto de los sinónimos, desde luego, conlleva el riesgo de aseverar contenidos disímiles y desvirtuar el real significado de los voquibles.

En verdad, la valentía es una virtud que mira más al aliento sostenido que anima al ser humano a enfrentar con gallardía las dificultades que parecen insalvables y las amenazas de toda índole que sufrimos.

Ser valiente no es precisamente ser arrojado, tomar actitudes más alimentadas por la secreción de adrenalina que por la decisión fundamentada en la medida justa de las fuerzas necesarias para vencer el desafío que nos hace la vida.

Si bien el refrán latino reza “audaces fortuna juvat” (la suerte favorece a los audaces), es preciso reconocer que el atrevimiento que conduce al momento de arrojo, de audacia, no siempre puede considerarse valentía, por cuanto ésta es una virtud permanente y la audacia es resultado de un instante de osadía, casi siempre impensada.

La valentía es condición de seres estables emocionalmente que soportan las vicisitudes con serenidad, gracias a la confianza íntima que les proporciona el conocimiento de su propia fuerza.

Fuerza esta que puede cultivarse y no es, como muchos creen, innata. Allegar conocimientos, ejercitar la voluntad y fortalecer el organismo, son modos de alcanzar esa facultad, esa resistencia, ese vigor interior que nos hace valientes.

El estudio, la práctica de las virtudes y el ejercicio físico son métodos de formación del valor como característica de nuestra personalidad.






















40 La vida

Creo lo más apropiado como epílogo para un escrito acerca de los valores humanos decir algo sobre el don más preciado que se nos ha concedido y que es el punto de encuentro de todos ellos: la vida.

A partir del Génesis, libro en el cual se concentra - con increíble capacidad de síntesis y metáforas hermosísimas - la tradición oral que recoge todo el proceso que dio origen a la manifestación de la inteligencia, desde aquellos primitivos que expusieron sus temores y creencias mediante signos que pintaron en las cavernas hasta quienes fueron capaces de inventar un lenguaje escrito para expresar pensamientos tan abstractos como la fe y la obediencia a un Ser Superior, el asunto de la vida es objeto primordial del razonamiento humano.

Ha sido la vida tema inacabable en todos los campos del saber y es seguro creer que el ser humano será capaz de descubrir constantemente nuevas cosas acerca de ella.

Lo que hemos venido considerando, a lo largo de estas lecciones, como valores humanos no es otra que el compromiso de gozarla más cabalmente y debemos considerarlos como la mejor forma de sentir la vida.

Consideremos siempre que ningún motivo, ni la mayor razón que creamos justificativo de ello, es suficiente para autorizarnos a segar una vida, sea la nuestra, sea la del prójimo.

El más grande bien que poseemos es nuestra capacidad de vivir y es una obligación aprovecharla al máximo, sean las que sean las condiciones que nos impongan las exigencias que se nos hagan desde cualquier punto del entorno.


























ENUMEREMOS LOS VALORES AUNQUE NO SON TODOS LOS QUE ESTAN, NI ESTAN TODOS LOS QUE SON…




1. HONESTIDAD
2. TOLERANCIA
3. LIBERTAD
4. JUSTICIA
5. AGRADECIMIENTO
6. SOLIDARIDAD
7. GENEROSIDAD
8. AMISTAD
9. LEALTAD
10. RESPETO
11. PRUDENCIA
12. RESPONSABILIDAD
13. LABORIOSIDAD
14. BONDAD
15. FORTALEZA
16. PERSEVERANCIA
17. PAZ Y BIEN
18. DIFERENCIAR
19. AMOR


LaS 5 FUERZAS DEL BUEN AMIGO: (F.T.L.C.) POR GONZALO GALLO:
1. COMPROMISO
2. MOTIVACION
3. HONESTIDAD
4. PERSEVERANCIA
5. HABILIDAD