Friday, December 30, 2005

NEGOCIOS EN RED DE CONFIANZA SE MANEJAN ASI...

Cuando mezclar el dinero y la amistad sale demasiado caroDecember 30, 2005 4:05 a.m.
Por Jeff OpdykeThe Wall Street Journal
Amy, mi esposa, gastó esta Navidad US$600,19 para decorar la puerta principal de nuestra casa. No les digo el precio para presumir, sino porque creo que es una cifra ridícula. Y mi esposa también.
Amy nunca pensó que algo así podría salir tan caro. Lo hizo siguiendo el consejo de una vecina que contrató a otra amiga, que es decoradora profesional. La vecina le aseguró a Amy que las tarifas de su amiga eran "razonables". Así que Amy contrató a la amiga de la vecina. "Pensé que 'razonable' significaba 'razonable'", me dijo cuando recibió la cuenta, mientras me hacía prometerle que por favor comprendiera que se trataba de un error.
Comprendo. Es un problema que cometemos muchos cuando hacemos negocios con familia, amigos o amigos de amigos. Las precauciones normales que tomamos cuando contratamos a alguien —los presupuestos, el regateo y las referencias— se pasan por alto.
¿Por qué no seguimos nuestros instintos cuando tratamos con un amigo? ¿Por qué nos negamos a hablar del precio? Se me ocurren tres razones. Primero, uno no quiere insultar a un amigo. Segundo, uno piensa que recibirá un descuento. Tercero, no queremos que los amigos piensen que somos tacaños.
Mi amiga Alex de Nueva York dice que entiende a Amy. Alex tiene una amiga, que diseña joyería, a quien ayudó a fijar los precios de algunos brazaletes de plata. La diseñadora dijo que US$50 era justo; Alex dijo que no, que fácilmente valían US$100.
Más adelante, Alex se encontró con la diseñadora y le dijo que quería comprar diez de aquellos brazaletes para regalar. "Le dije que sólo tenía que decirme cuánto le debía", cuenta Alex. "Cuando me respondió US$1.000, me dio un ataque. Pensé, 'se supone que tienes que ofrecerme precio al por mayor'. Por supuesto, no pude decir eso, así que extendí un cheque y me callé".
Y todo se complica más si no queda contento con el trabajo que hace su amigo. No es de extrañar que para algunos, la mejor solución sea prescindir de los amigos y la familia.
Mi amiga Caroline de San Francisco cree en ese principio. La única vez que se saltó esa norma, dice, fue cuando pidió a una amiga arquitecta una cotización para un proyecto. "Le llevó una eternidad tomárselo en serio y acabó diciéndome que me iría mejor usando un servicio profesional", explica Caroline.
Aun así, no creo que la solución sea eludirlos, ya que se pierde la oportunidad tanto de ahorrar dinero como la de ayudar a alguien que usted conoce. El mejor planteamiento es ser franco. Si usted es quien solicita el trabajo, pida un precio y pregunte si hay un descuento disponible para familia o amigos.

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