Thursday, June 23, 2005

EDUCAR PARA LA LIBERTAD, NO PARA LA ESCLAVITUD DEL SXXI

Francisco Cajiao
EDUCAR PARA LA LIBERTAD
Los niños y la guerra (22 de marzo de 2005)


El único camino que nos queda para la esperanza es formar hombres y mujeres libres, personas que desde la niñez reciban apoyo y afecto para creer en sí mismos y en su posibilidad de reinventar el mundo.


Hace unos días se realizó en Italia un Congreso que trató, entre otras cosas, las alternativas de atención para los niños y niñas que padecen la crudeza de la guerra en diversos lugares del mundo. Millones de seres humanos de todos los continentes sufren los efectos devastadores de los conflictos. Se los ha despojado de sus bienes, de sus referentes culturales y de sus raíces territoriales, sin saber por qué y sin haber tenido nunca la posibilidad de decir nada sobre su propio destino. Otros se han visto obligados a ser víctimas activas al ser vinculados a ejércitos, grupos de resistencia o escuadrones suicidas sin comprender por qué fueron privados del derecho a vivir en paz.

Hace unos años, cuando trabajábamos en el Proyecto Pléyade (en la época en que el Ministerio de Educación se interesaba por la pedagogía), un niño de Dabeiba decía que un deseo imposible de cumplir sería amanecer algún día sin miedo. Y el mismo sentimiento es compartido por muchos jóvenes soldados campesinos -"la patria" actual no la defienden soldados de estrato cinco y seis-, niños reclutados por grupos ilegales, pequeños que corren alto riesgo por el solo hecho de salir de su casa para ir a la escuela...

A los miedos que amenazan la vida u obligan a huir sin saber la razón de la desdicha, se añade la desesperanza que invade los barrios subnormales de las ciudades, el desempleo de los padres y la corrupción que prueba hasta la náusea que no hay mérito suficiente en una sociedad donde todas las oportunidades están ligadas con el poder y los privilegios heredados (repasar la lista de funcionarios del servicio exterior emparentados con congresistas).

La pregunta es si, a pesar de la inocultable hostilidad del entorno en el cual se crece, es posible ver alguna alternativa. La respuesta es positiva y tiene nombres propios: Gandhi, Luther King, Mandela. Ninguno de ellos creció en un ambiente favorable y no hicieron su tránsito por la historia sacando títulos universitarios. Sus vidas se forjaron en la sumisión colonial de la India, en la cruzada racista del Ku Klux Klan en Estados Unidos y en el apartheid de Suráfrica. Y más allá de la transformación de su entorno inmediato lograron influir de manera definitiva en la conciencia ética de todos los seres humanos.

A esta capacidad de sobreponerse a las circunstancias adversas y salir fortalecidos se le llama resiliencia. La misma capacidad de algunos individuos de sobresalir por encima de tantas restricciones del medio la pueden lograr familias y comunidades enteras. No hay otra manera de entender lo que ocurre después de grandes catástrofes naturales o de eventos tan devastadores como las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

Pero en la pobreza extrema, en el desplazamiento forzoso o en situaciones de terror esa capacidad se pierde y el individuo se corrompe y se somete indefenso hasta su aniquilamiento. Bruno Bettelheim, quien sufrió el campo nazi de Dachau, logró explicar el estado de enajenamiento producido en los prisioneros que eran capaces de hacer las cosas más indignas por no indisponerse con sus guardianes. En un texto dice: "Enfrentar el poder al poder no conduce a la libertad; oponer la libertad interior al poder externo puede lograrlo". Y el único camino que nos queda para la esperanza es formar hombres y mujeres libres, personas que desde la niñez reciban apoyo y afecto para creer en sí mismos y en su posibilidad de reinventar el mundo.

Me pregunto, por ejemplo, si esos jóvenes reinsertados que vagan sin rumbo por una ciudad que desconocen son capaces de ser libres y construir sueños de futuro en una sociedad que todo lo que ha hecho por ellos, hasta ahora, es sacarlos de una desesperanza para insertarlos en otra. Ya les dieron casa, pero ¿alguien los está educando para la libertad?

frcajiao@yahoo.com

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